MIR, NESVIZH Y MINSK (II)
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Castillo de Mir |
El castillo
de Mir, a menos de 100 kilómetros de la capital, fue el cebo que nos puso
Bielorrusia para picar en su anzuelo. A él llegábamos después de coger un
autobús desde Minsk, que en una hora y media nos dejaba en la placita de este
pueblo anclado en el tiempo. Íbamos con la única misión de disfrutar del castillo,
pero lo cierto es que nos encontramos una aldea bucólica (supongo que sus
habitantes no pensaran lo mismo durante el frío y crudo invierno), que nos
fascinó. Aunque el castillo es Patrimonio de la Humanidad, estoy seguro de que
las granjas y casas de colores antiguas merecerían haber sido incluidas
en esta lista también, pero tal vez sea mejor así, ya que la fama y el dinero
convertirían a este encantador pueblo en una localidad con casas restauradas y
llenas de turistas que destrozarían la autenticidad y el encanto del lugar.