MIR, NESVIZH Y MINSK (II)
Mir |
La excursión
se puede hacer en un día desde Minsk, pero es recomendable pasar una noche allí
para pasearlo con calma e impregnarte del modo de vida de los campesinos y
respirar el aire puro del campo. Nosotros nos alojamos en el Hotel Mirsky Posad
(44 euros) y fue todo un acierto. La casa es uno de los edificios históricos de
la localidad, y tanto el establecimiento como el personal (la chica que nos
atendió fue encantadora) son excepcionales.
Mir |
Mir |
Tras dejar
nuestro equipaje en la habitación, preguntamos por el autobús hacia Nesvizh,
otro impresionante castillo que se encontraba a 30 kilómetros de Mir, y que
queríamos visitar. Como salía a las 16.50h, era muy tarde para nosotros (lo
encontraríamos cerrado) así que la chica del hotel, tan amable como alegre, nos
consiguió un coche para que nos llevara hasta allí. Ida y vuelta, con 3 horas
de espera, 70 rublos. No nos lo pensamos. Pero antes, aprovechando el magnífico
día que hacía, quisimos asegurar unas fotos del castillo de Mir por si el día
siguiente saliera oscuro (como así fue). Nos dimos un paseo por el magnífico
parque que lo rodea y le acribillamos a fotos desde todas las esquinas. El entorno
es maravilloso. Un pequeño lago rodea la fortaleza, adornando la estampa para
que la imagen sea aún más bucólica. Es mucho más bonito de lo que habíamos
visto en las fotos.
Castillo de Mir |
Habíamos leído en una guía (posiblemente la más famosa que hay) que el castillo no merecía la pena y que más valía dedicar el dinero que se estaba destinando a su reconstrucción a otra cosa. Bueno, todas las opiniones son respetables, pero nos cuesta creer que alguien no encuentre atractivo este castillo, y nos es muy difícil asumir que alguien lo desprecie de esa manera, pero bueno…. cada uno puede opinar lo que le convenga. No sé en qué época estuvieron los escritores que redactaron esa sección, pero para nosotros, amantes de los castillos (de todo tipo), es uno de los más bonitos, y, sobre todo, originales, que hemos visto. La restauración ha sido todo un acierto. Realmente nos impresionó. Las torres, la combinación de colores, el lugar donde está situado, la historia que hay detrás de él… No hay que dejar la oportunidad de visitarlo si llegáis a Bielorrusia. Luego contaremos un poco más sobre él, pero acerquémonos hasta Nesvizh para sorprendernos con otra magnífica fortaleza a media hora en coche desde Mir.
Castillo de Nesvizh |
El Palacio de Nesvizh (también Patrimonio de la Humanidad), fue la residencia de la familia Radzwill, perteneciente a la nobleza polaco-lituana. Del siglo XVI y de estilo renacentista-barroco, está rodeado por un foso y posee una bonita capilla jesuita con trampantojos. Tras visitar el interior (14 rublos), donde recorremos estancias ricamente decoradas, comemos en el restaurante de madera aledaño al castillo. Con unas vistas inmejorables de la fortaleza, nos comemos una sopa borsch, unas albóndigas y por supuesto, no podía faltar el producto estrella de Bielorrusia: la patata, esta vez reducida a puré. El lugar es muy barato, y si hace bueno, podéis comer en la terraza al aire libre.
Con el estómago lleno, damos otro paseo alrededor del
castillo para seguir haciendo fotos, cuando nos abordan unas chicas Testigos de
Jehová… ¡que hablan español! Las atendemos amablemente y volvemos al taxi para
regresar a Mir. Una visita imprescindible también.
Castillo de Nesvizh |
La recepcionista del hotel nos espera para
preguntarnos qué desayuno deseamos para la mañana siguiente. Repito que el
trato fue de 10. Atenta y dispuesta a ayudar en todo momento. Tras elegir el
desayuno, nos compramos unos bizcochos y galletas para acompañar al pan de
centeno, y nos los comemos sentados, observando el precioso castillo de Mir (ya
estaba cerrado), mientras, ya sin gente (tampoco es que haya mucha en el
horario de apertura), disfrutamos del silencio, sólo roto por el graznido de los
cuervos, que, lejos de molestar, le dan un aire más fantástico. Con ese sonido
y la visión de la fortaleza, nos trasladamos a la sombría época medieval,
cuando los visitantes del castillo no eran turistas, sino caballeros que
trataban de defender este importante cruce de caminos de las invasiones
tártaras.
Antes de ir a dormir nos tomamos un delicioso café en
una cafetería “vintage” de la placita del pueblo. Un local muy bien decorado
(aunque desde fuera no lo parezca), muy acogedor y con buen café donde seguimos
estudiando la historia de Mir entre sorbo y sorbo de nuestra bebida favorita.
El día amanecía lluvioso (menos mal que salvamos las
fotos la tarde anterior), así que nos tomamos con calma el desayuno en el
restaurante, anexo al hotel, ya que el castillo no abre hasta las 10.00h (14
rublos). Del siglo XVI, su estilo gótico, barroco y renacentista es un ejemplo
excepcional de castillo de Europa Central. Como decíamos, sus preciosas cinco
torres defensivas trataban de frenar el avance tártaro en un cruce de
importantes rutas comerciales. La fortaleza ha sufrido graves destrozos y
largos abandonos durante su historia (hasta de 100 años). Los cosacos en el
siglo XVII, Napoleón en el XIX y los nazis en la Segunda Guerra Mundial
destrozaron su bella arquitectura, reduciéndolo a escombros en varias
ocasiones. En una de las torres hay una exposición con fotos de esa
devastación. Y claro, como casi todo castillo, ese turbulento pasado de muerte
y destrucción ha dejado un par de leyendas de fantasmas, de almas inquietas que
deambulan por el interior de la fortaleza en busca de justicia. Mir |
Tras dar otro paseo por el pueblo, nos acercamos a la
pequeña estación de autobuses para sacar el billete de vuelta a Minsk (ida y
vuelta unos 5 euros). No atienden hasta 5 minutos antes de que llegue el
autobús, así que no os pongáis nerviosos. Evitad, eso sí, caer en las garras de
transportistas piratas que se acercan con su Transit cochambrosa media
hora antes de la salida para captar a viajeros que se dirigen hacia la capital.
No es que sea peligroso (bueno, igual sí, pero no creo), no os van a robar ni a
secuestrar. El problema es que esas furgonetas son muy pequeñas, donde no
entrará vuestra maleta, incómodas y tal vez, sí, peligrosas, porque no tendrán
ni la ITV pasada. Pero más que todo, no os conviene cogerlas, porque es
prácticamente el mismo precio, no se sabe dónde os dejará en la ciudad y
además, si no se llena, puede que el autobús de línea ya haya salido, y
vosotros sigáis esperando a más viajeros para llenarla y marchar.
Apartamento donde vivió Lee Harvey Oswald |
Cabaña-museo del primer congreso del Partido Socialdemócrata ruso |
Seguíamos recorriendo la parte más soviética de la
capital hasta llegar a la gigantesca plaza con el obelisco con la llama eterna
de la victoria que rinde homenaje a los caídos durante la Gran Guerra
Patriótica (II Guerra Mundial). Avanzamos por la Avenida de la Independencia
para llegar a la bonita Iglesia de Alexander Nevski, situada en un frondoso
parque que alberga un cementerio en el que se encuentra enterrado el escritor
Janki Kupaly. No pudimos acceder al interior del templo, ya que era domingo y
la gente acudía a rezar. Estaba tan llena, que muchos seguían la ceremonia
desde el exterior.
Iglesia de Alexander Nevsky |
De allí, volvimos hacia la parte alta de la ciudad
para comprar algunos recuerdos (nuestro vasito y bandera para la colección) y
comprobamos el buen ambiente que se respiraba en la parte antigua, con los bares
y restaurantes dando vida a la ciudad. Tras la cena, al hotel a descansar, ya
que había que levantarse a las 03.30h para coger el avión de vuelta. Esto fue
lo único malo del viaje, los horarios de los aviones. El resto, una experiencia
increíble que siempre recordaremos. Dentro de muchos años, si me preguntan qué hay de espectacular para ver en Bielorrusia, pues seguro que no habría ningún
monumento que te dejara con la boca abierta (y más si has recorrido el mundo),
pero es un lugar que recomendaría visitar a todo el mundo por lo auténtico que
es. Hay que vivirlo, sentirlo y observarlo, porque ya quedan pocos lugares como
este, vírgenes para el turismo, con bellos castillos, vibrantes ciudades como
Minsk y, sobre todo, una gente súper agradable y respetuosa, que cuida muy bien
sus ciudades y que hace que el visitante se sienta a gusto y desee volver. Os
sorprenderá.
THE HUM (EL ZUMBIDO): EL SONIDO DEL APOCAPILSIS.
Probablemente, si me encontrara ocho siglos atrás
escribiendo este artículo con mi pluma, aseguraría que El Zumbido es el
anuncio de la inminente llegada del fin de los tiempos, la melodía de las Trompetas
del Apocalipsis. Si estas palabras salieran de mi máquina de escribir ocho
décadas atrás, produciría el caos y el pánico en la población concluyendo que,
sin duda, eran los extraterrestres a punto de invadir la Tierra (es
impresionante cómo estos sonidos metálicos se parecen a los recreados en las
películas de ciencia -ficción
como La Guerra de los mundos). Pero, ¿qué explicación podemos dar a esta
inquietante anomalía desde la perspectiva del siglo XXI?
Si bien el fenómeno de The Hum (El Zumbido) no es
nuevo (se reportan los primeros casos en Gran Bretaña en los años 40-50 del
siglo XX), es en el cambio de milenio, a raíz de las primeras grabaciones del
sonido, cuando los científicos empiezan a estudiar en serio esta alteración.
Hasta entonces, se consideraba que el sonido sólo estaba dentro de la cabeza de
ese 2% de la población que lo percibía, y que lo sufría, ya que les provocaba
náuseas, vómitos, insomnio y dolor de cabeza, y que incluso, parece ser, causó el suicidio de dos personas en Bristol. El diagnóstico: acúfenos o
tinnitus.
Pero este escalofriante sonido tomó otra dimensión cuando se
logró captar en una grabadora. Un problema de salud no era la causa del
fenómeno, y el propio fenómeno se convirtió en el causante del malestar. La
causa se volvió origen. Aunque las grabaciones de Kiev (Ucrania) de 2011 fueron
las más mediáticas, hubo otras antes en Nueva Zelanda y Bielorrusia. Y como
veremos más adelante, el fenómeno se volvió global.
Las personas que escuchaban The Hum lo describían
como un sonido parecido al de un motor diésel al ralentí. Yo, sinceramente, he
escuchado unos cuántos, y ninguno se me parece a lo que apuntaban los testigos.
¿Es posible que en la grabación no se escuche igual que en vivo? No lo sé, pero
la diferencia es muy grande. De hecho, no todos los ejemplos suenan igual. Unos
parecen viento, otros son extremadamente metálicos, algunos suenan a tormenta,
otros a máquinas industriales o a actividades mineras… Y la carencia de golpes
tampoco es uniforme siempre. Eso hace pensar que quizás haya muchos zumbidos de
los que, inicialmente, se desconoce su procedencia, que se metan en el saco de The
Hum como se hace en el tema Ovni.
Las mediciones indican que son sonidos de baja frecuencia, e
incluso de muy alta frecuencia. En muchos lugares se desentrañó el misterio
cuando se quitaron las fábricas que producían ese ruido en plena noche. En
otras muchas ubicaciones, sin embargo, ese cierre no se tradujo en la
desaparición del zumbido. El famoso de Kiev, por ejemplo, se achacó a unas
obras cercanas. El de Taos (Nuevo México) a unas líneas de alta tensión que
pasaban cerca. Y en los de Seattle (Washington) y Sausalito (California), los
señalados fueron los peces sapo, cuyos machos, en época de apareamiento,
llegaban a emitir un fuerte sonido que se oía a varios kilómetros de distancia.
Aviones, trenes o la excavación de túneles subterráneos son otras posibles
causas.
Y ya, metiéndonos en el mundo de las conspiraciones, hay
gente que señala a “armas” secretas como el HAARP (que es un proyecto real
científico de Estados Unidos en Alaska que tiene que ver con el clima) y a agencias
como DARPA, que estarían desarrollando nuevos proyectos militares de defensa.
Pero puede que la propia naturaleza sea la
causante de
dichas alteraciones acústicas. Muchas personas dicen sentir pequeñas
vibraciones acompañando al sonido. En Colorado hubo un terremoto al día
siguiente de escucharse The Hum. Los fuertes golpes irregulares
precedieron a un gran temblor. ¿Casualidad? En Costa Rica (y otros muchos
sitios), se oyó un sonido exactamente igual (golpes secos que se repiten y
provocan un eco lejano) que no se tradujo en ningún terremoto. ¿Pueden ser
movimientos de la corteza terrestre que provocan esos ruidos y temblores cuando
chocan entre ellas? Los propios científicos tampoco se ponen de acuerdo
respecto al origen de El Zumbido. Desde el mar, la colisión de olas
oceánicas, tsunamis o el deshielo pueden explicar el enigma. Desde la tierra,
grandes fuerzas de choque como volcanes o terremotos, como explicábamos, se
presentan como opciones. Y desde el aire, el viento y las tormentas son
candidatos para asignarles la procedencia del sonido.
Pero algunos geofísicos proponen situar la fuente de este
extraño fenómeno fuera de la Tierra, en el Sol, concretamente. Y en las
llamaradas que lanza hacia nuestro planeta que producen ondas gravitacionales
acústicas. Esta teoría es interesante y habría que estudiar si la concentración
de sonidos de The Hum coincide con la de los de los “escupitajos”
solares. Otra causa pueden ser las ondas electromagnéticas que llegan al
planeta azul a la velocidad de la luz, y que, al penetrar en él, reducen la
velocidad, produciendo ese sonido, algo parecido a lo que , pero a la inversa, producen los
aviones cuando rompen la velocidad del sonido, provocando un estruendo. La resonancia
de Shumann explica que el espacio entre la superficie terrestre y la ionosfera,
actúa, precisamente, como cavidad resonante para estas ondas electromagnéticas
de extremada baja frecuencia, provocando sonidos espeluznantes como el recogido
en Hungría, por ejemplo, que pone la carne de gallina.
Por último, el montaje fraudulento de esas grabaciones (que
los habrá), también tiene sitio en este amplio abanico de hipótesis. Pero la
realidad del fenómeno está ya más que asumida por los científicos, que se han
puesto a estudiar el tema, incluso destinando dinero público a universidades,
como ocurre en Ontario, Canadá, donde están intentando averiguar de dónde
procede ese diabólico sonido que está perturbando las vidas de los habitantes
de la población de Windsor desde 2009.