jueves, 11 de octubre de 2018

ISRAEL: Mar Muerto, Masada y Qumrán. - Los Manuscritos del Mar Muerto, la otra cristiandad.



ISRAEL: EL MAR MUERTO, MASADA Y QUMRÁN.

Junio 2018


Mar Muerto

Volvíamos a cruzar la frontera para regresar a suelo israelí, después de disfrutar de dos días inolvidables en el desierto jordano de Wadi Rum. En 50 minutos, el taxi nos trasladaba hasta los límites del país, donde pagaríamos una tasa de 14 euros por haber permanecido sólo dos noches en Jordania (90 dólares si es una, y nada si son 3 o más). Tras un breve interrogatorio por parte de la policía hebrea, pasamos los controles y enseguida estábamos de nuevo al volante de nuestro Micra, que, por otra parte, nos esperaba sin ningún percance, tal y como lo habíamos dejado (con un poco más de polvo).


Hoteles del Mar Muerto

 Aunque puedan parecer un poco bruscos a la hora de hacerte las preguntas de rigor por seguridad, luego, el personal es correcto. Quizá los más sensibles puedan sentirse un poco presionados, pero no hay nada que temer. Nosotros, no muy hábiles con el inglés, nos vimos inmersos en una pequeña confusión. Te suelen preguntar por qué viajas a Israel, el recorrido que vas a hacer y hasta los hoteles donde vas a dormir (nosotros íbamos sobre la marcha, así que no hay que tener todo cerrado), pero al responder por el destino de ese día, yo contesté Masada y mi compañera, situada a mi costado y un poco floja de oído (da igual castellano que inglés) 😊, entendió dónde habíamos dormido la noche anterior. Respondió Wadi Rum. Es entonces cuando el funcionario afiló sus dientes y sus neuronas y se puso más incisivo ante esa versión contradictoria que le dimos al unísono. Le explicamos el malentendido, ya que no dominábamos el idioma, y le confirmamos que íbamos a pernoctar esa noche en Israel (evidentemente, estábamos atravesando la frontera, sería absurdo atravesar y volver de nuevo a Jordania) pero él insistía, y tras convencerle, logramos pasar . El papeleo es fácil y rápido.

Mar Muerto

Tras rellenar el tanque de gasolina, emprendemos rumbo hacia el norte, a Arad, donde nos esperaba el desierto de Judea. Pero la primera parada iba a ser el Mar Muerto, con sus complejos hoteleros de lujo y sus fábricas de sal, que en los últimos años han dado algún susto importante a los turistas que se adentraban por las orillas del lago para deleitarse con este paisaje que parece otro planeta. su extracción ha provocado grandes galerías subterráneas huecas, que a menudo provocan derrumbes en la superficie, tragándose todo lo que hay sobre ese trozo de terreno, incluida la gente que pasea por la arena. Sí, se han reportado varios casos de turistas engullidos por los hambrientos “sink holes” (sumideros), lo que ha provocado el acotamiento y cierre de todo el entorno circundante, y de incluso el acceso a playas de la zona. Todo el que pase (como avisan los numerosos carteles de peligro) lo hará bajo su responsabilidad y con la amenaza de hundirse bajo tierra para siempre.



La carretera que bordea este mar interior ofrece unas vistas espectaculares. Debo reconocer, que a priori, (tal vez influido por lo que mundialmente se conoce a esta zona: turismo de hotel y playa), era un lugar del que poco, o nada, esperaba. Supondría que era tomar unas fotografías rápidas para poder decir que estuvimos en el archiconocido Mar Muerto, y seguir ruta para huir de las abarrotadas playas. Pero, contra todo pronóstico, nos impresionó el paisaje y la tranquilidad del lugar. Sí, había hoteles de 5 estrellas que ofrecían los típicos baños de barro y las aguas donde, debido a la gran salinidad, flotas sin querer, pero no son tantos como esperábamos ni tan concurridos y bulliciosos como temíamos. La carretera, por encima de los complejos y del mar (éste está a más de 400 metros bajo el nivel del mar), permite tomar imágenes impactantes. Nosotros, con tantas cosas por visitar, no paramos para comprobar las famosas propiedades curativas de esas aguas, y por las que mucha gente acude al Mar Muerto, pero si queréis relajaros (y aguantáis el calor sofocante), podéis probar unos de los muchos tratamientos para mejorar la salud (sobre todo respiratorios) que ofrecen los spas y las clínicas de Newe Zohar o Bokek, o el balneario de Ein Gedi. Tal vez vuestro cuerpo rejuvenezca unos añitos reposando entre piscinas de azufre y agua dulce, manantiales de aguas termales o playas saladas. Eso sí, como cualquier cura de este tipo, no es barata precisamente. Nosotros, no dados a experimentos de belleza corporales ni a asuetos playeros, nos bastó con hacer una ruta paisajística por el lago, comiendo nuestras galletas de dátiles. Llegamos casi sin ilusión y nos marchamos emocionados por las increíbles vistas.

Mar Muerto

Y así, a través de la carretera 90, llegamos a, seguramente, las ruinas arqueológicas más impactantes y, sentimentalmente hablando, más importantes para los judíos: Masada. 


Masada

El yacimiento, asentado en la meseta de una montaña desértica a 700 metros de altura, se compone de varios palacios y fortificaciones de la época de Herodes (40 a.C aproximadamente). Casi a orillas del Mar Muerto, este enclave es poco menos que sagrado para el pueblo judío. Militares, estudiantes, jubilados… todos acuden en masa para rendir homenaje a sus antepasados, que prefirieron sacrificar sus vidas antes que entregárselas a los romanos. En el año 70, con Palestina ocupada por el poderoso Imperio Romano, una revuelta judía logra poner en jaque al Emperador Tito. Los zelotes, con la ayuda de los judíos que habían sobrevivido a la ocupación de Jerusalén, inician el asalto a la fortaleza que habían ocupado los romanos. Masada cae y más de 15000 soldados enemigos enviados a reconquistarla no son capaces de recuperarla. Protegidos por sólidos muros, y con reservas de comida y agua para muchos meses, los judíos se sienten fuertes. 


Masada
El continuo asedio romano no surte efecto en las férreas defensas de la fortaleza. Con una muralla y ocho campamentos romanos (que aún se pueden apreciar) rodeando el emplazamiento, la Décima Legión romana no era capaz de penetrar en Masada. Pero tras varias intentonas, a través de una rampa que habían construido, pudieron arrastrar maquinaria pesada de asedio con la que abrieron brecha en los inquebrantables muros. Los judíos, ante la inminente derrota, decidieron no servirles a los romanos sus vidas en bandeja. No lucharían, pero tampoco se rendirían… Es entonces, a raíz de esa fisura en la muralla, cuando comienza la leyenda de Masada. Los zelotes, arrinconados, en inferioridad y sin ninguna opción de victoria ante la invencible legión romana, deciden suicidarse en masa. Había mujeres y niños, pero la determinación estaba tomada. Se eligieron a 10 hombres, que serían los encargados de matar al resto de personas del asentamiento. Comenzaron a prender fuego a todas las pertenencias y dependencias, y cuando los 10 elegidos finalizaron con su cometido, uno de ellos eliminó a los otros 9 antes de clavarse una daga para cerrar la cadena de muertes.
Masada (Terraza del Palacio)


Los romanos, ajenos a lo que acontecía en el interior de la fortaleza, lejos de alegrarse con la escena que se encontraron al entrar, se quedaron perplejos al contemplar los cuerpos inertes de los judíos esparcidos por toda la fortaleza. Su rostro no reflejaba más que admiración, la de la valentía que había mostrado su oponente cometiendo aquel suicidio colectivo.
Antiguo campamento romano desde el funicular

Fortaleza
Aquel acontecimiento marcó la última derrota judía frente a un ejército extranjero, y como tal, el pueblo judío actual lo tiene grabado a sangre y fuego. “Masada no volverá a caer” es el lema del ejército hebreo (que honra aquella pérdida) que suena cada vez que se enfrentan a un enemigo. El recuerdo de sus héroes perdura hasta nuestros días, en los que aquellas gentes son veneradas bajo la misma tierra sobre la que perecieron.

Maqueta y fotos en el Hall
A la entrada del yacimiento nos recibe una trabajadora del parque, que muy amablemente nos indica el parking, después de preguntarnos si llevábamos pistola. Al no estar acostumbrados, se nos escapó una sonrisa de “por supuesto que no, qué barbaridad está preguntando”. Pero claro, después pudimos comprobar que allí es muy común llevar armas, y al final, la pregunta no era tan absurda. La entrada con el teleférico son 74 shequels. Hay una opción de subir andando a través de un sendero que serpentea entre las faldas de la montaña. Es corto y era la elección que elegimos, pero los 40 º de aquel bochornoso día obligaron a cerrarlo por precaución. 

Masada

Una vez arriba, puedes recorrer el kilómetro de largo de la fortaleza a través de un camino señalizado en el que encontrarás termas, almacenes, cisternas, una sinagoga y un palacio del siglo I, que todavía conserva hermosas pinturas y mosaicos. Las terrazas proporcionan una vista sublime del desierto y del Mar Muerto. Aunque ya poco queda de las edificaciones originales, la visita es sobrecogedora, por su triste historia y por su emplazamiento en medio de un paisaje desolador.




                                               Cisterna






Terraza (Masada
Al ser la hora de la comida, casi no había gente durante nuestra visita, lo que nos permitió sumergirnos (más si cabe) en las entrañas y los recuerdos de Masada. Tras visitar el museo, nos sentamos en un banquito a la sombra para comer tranquilamente unas chocolatinas y unas coca-colas. Había restaurante, pero nos apetecía disfrutar del paisaje desde lo alto de la fortaleza.

Masada

De nuevo al volante, nos dirigimos hacia Ein Gedi, una reserva natural donde se puede hacer senderismo entre oasis con bellas cascadas y llamativas formaciones rocosas.

Vistas desde una de las cuevas de Qumrán
Rumbo a Arad, vamos ascendiendo desde los -426 metros bajo el nivel del mar poco a poco. Nuestra intención era visitar una de las playas más conocidas del Mar Muerto (Mineral Beach), pero la proliferación de sumideros ha hecho que cierren su acceso, obligándonos a continuar camino. Aun así, el trayecto nos ofreció algunos puntos panorámicos excelentes desde los que sacar maravillosas fotos del azulado Mar Muerto. Así llegábamos hasta Arad, la capital de esta región, donde nos alojamos en el Inbar Hotel (78 euros) y nos preparamos una cena de supermercado. Aunque se puede acceder también desde aquí a Masada por la parte Occidental, no podéis atravesar la fortaleza (hace literalmente de tapón entre las dos entradas) para salir por el otro lado y coger de nuevo la carretera 90 hacia el norte. Nosotros acabamos allí porque no había muchos alojamientos en la zona, a no ser claro, que cojas un hotel de lujo en las orillas del lago. Pero si queríamos algo barato, Arad era la única opción. No hay nada especial que ver, aunque sí que es curioso observar a los judíos (asquenazíes y sefardíes, sobre todo) yendo de un lado para otro con su vestimenta típica.


Entrada al Parque Nacional de Qumrán
A las 07.00h ya estábamos en marcha para dirigirnos a uno de los lugares más importantes de nuestra ruta por Tierra Santa: Qumrán (entrada 29 shequels). Aunque teníamos subrayado y marcado ese punto en rojo, no sabíamos si podríamos acceder a él. Antes de salir de casa, una de nuestras máximas preocupaciones era averiguar si la carretera 90 que bordea el Mar Muerto (así como la 1 que te lleva luego hacia el Oeste hasta Jerusalén) eran transitables con nuestro coche israelí. Teníamos claro que las empresas de alquiler prohibían expresamente rodar sobre territorio palestino, y Qumrán está dentro de esas fronteras. Ahora bien, las carreteras 1 y 90 están controladas por el ejército hebreo, de modo que no hay problema para circular por ellas. Eso sí, sin salir de sus carriles. Cualquier otro camino secundario es considerado peligroso. De hecho, preguntamos varias veces por si tal vez aquella advertencia era exagerada, y nos confirmaron que, efectivamente, autos con matricula israelí eran destrozados habitualmente cuando cruzaban el límite con Palestina. Y no os servirá decir que sois turistas o poner banderitas en la bandeja del coche. A veces no sólo se trata de fastidiar al dueño (israelí) de ese automóvil, sino de dañar bienes israelís. Y nuestro medio de transporte llevaba matrícula amarilla que le delataba como propiedad de una empresa israelí. Por fortuna, Qumrán se hallaba al borde la carretera 90 y no era territorio hostil. Se podía pasar. Y así lo hicimos tras superar (sin problema) el primer check-point (control de seguridad) del ejército israelí.

De camino hacia la cueva (Inaccesible)

Hay lugares que no te enamoran por su belleza, pero que sin embargo te seducen por el misterio que les envuelve. Qumrán siempre ha estado hibernando en mi imaginación como uno de esos enigmas secretos, como uno de esos textos arcanos que agitan con fuerza tu curiosidad… los Rollos del Mar Muerto son la esencia de la aventura, nos recuerdan a las épocas doradas de los tesoros perdidos y nos alimentan con conspiraciones bíblicas sin parangón. Uno de esos descubrimientos que podría cambiar nuestra historia y nuestra identidad como seres humanos. Pero, ¿qué tenían esos antiguos manuscritos para remover los cimientos de la religión? Luego os lo explico… Ahora hagamos una visita arqueológica al lugar…

Llegando a la cueva (La única a la que se puede acceder)

Vistas desde la cueva
Lo más importante de este emplazamiento, son, sin duda, las cuevas donde se encontraron los papiros. Y nosotros ya nos hubiéramos quedado felices con ver un agujerito en la roca desde lejos. Pensábamos que serían inaccesibles (y así es), pero pudimos explorar mucho más de lo que hubiéramos imaginado. Como parque nacional, ofrece numerosas rutas de senderismo a través del yermo desierto y actividades como la escalada. En el centro de visitantes hay un restaurante y un pequeño museo con objetos del yacimiento donde te ofrecen un video (no muy… trabajado) sobre la historia de Qumrán. Pero nuestra ansia por encontrarnos con las cuevas nos hizo “pasar” por completo de la exposición y del asentamiento esenio aledaño al centro. Corrimos hacia la montaña y nos pusimos a escalar a “cuatro patas” cual cabra montesa para llegar a la entrada de la única cueva accesible. Realmente es un orificio de pocos metros de profundidad, pero el mero hecho de sentirte allí mismo ya te pone los pelos de punta. Aunque llevaba toda la vida oyendo de hablar de aquel sitio, nunca pensé que pudiera tocarlo, y cuando lo haces, sientes que ese viaje a Israel ya ha merecido la pena, aunque todo se tuerza de ahí en adelante. El trayecto es corto, y aunque se pueden ver las entradas a las otras cavidades, no está permitido acceder a ellas.

Cuevas de Qumrán (Desde el mirador)

Asentamiento esenio
Con nuestros corazones ya latiendo a menor ritmo y nuestra curiosidad satisfecha (bueno, medio satisfecha, porque nunca nos cansamos), nos replegamos lentamente hacia el asentamiento esenio del siglo II-I a. C. Se conservan, básicamente, las bases de las estructuras, pero es interesante ver lo que fue el escritorio donde los escribas pudieron crear los famosos manuscritos, así como el cementerio donde se encuentran enterrados más de mil esenios.

Ya hidratados y a la sombra, entramos en la sala de proyecciones del museo y vemos el video que relata la historia del lugar, para después observar algunas piezas arqueológicas entre las que se hallan varias de las vasijas de barro extraídas de las cuevas.

   




Apenas había visitantes, lo que convertía la experiencia en algo más mágico e íntimo. Si buscáis un yacimiento arqueológico espectacular, allí no lo hallaréis, pero creo que los que hagáis el esfuerzo de atravesar medio desierto para llegar hasta allí, supongo que lo haréis tras el rastro de algo que no encontraréis, pero que sí sentiréis, y muy intensamente: el misterio de los Rollos de Qumrán…

LOS MANUSCRITOS DEL MAR MUERTO: LA OTRA CRISTIANDAD







Qumrán suena contundente, seco, agresivo, amenazador… como un demonio que viene a acabar con el mundo de los vivos o como un legendario rey sumerio que resucita de su tumba para presentarse con sus huestes a sembrar el terror y el pánico.


La Iglesia no teme a ningún mortal, ni a fantasma alguno. Y batalla con éxito frente al maligno. Pero, ¿Qué pasaría si el enemigo creciera dentro de ti como un tumor que no puedes extirpar y que te va consumiendo poco a poco? ¿Una enfermedad de la que no puedes huir y contra la que no puedes luchar?


¿Pueden ser los Manuscritos del Mar Muerto el cáncer que quiere ocultar el cristianismo?

Vasijas del Museo de Qumrán

Desde que salieron a la luz, estos papiros enrollados y escondidos en vasijas de barro han sido fuente de importantes y enquistadas polémicas. Su revelación iba a suponer un duro golpe para el cristianismo, una brutal sacudida que iba a hacer temblar los cimientos de dicha religión. Pero, después de tantos años de expectación, parece que ese devastador terremoto ni siquiera ha arañado la gruesa y curtida piel que protege a la cristiandad.


En 1946 (o 1947 dependiendo de las fuentes), un pastor beduino que cuida de su ganado se topa con una grieta persiguiendo a una de sus cabras. El animal, extraviado, se había refugiado en aquella oscura cavidad. El joven, para tratar de averiguar si su animal esta allí, lanza una piedra, que impacta sobre una superficie de barro. El crujido tan característico del golpe le hace sospechar que en aquella cueva podría haber algo de valor. Reuniendo a sus otros compañeros, regresa con luz y descubre un conjunto de vasijas amontonadas que se arrinconan entre las paredes de aquel hueco. Las examinan una a una, sin que parezcan contener nada de valor… hasta que, por fin, la mano arrastra algo del fondo de una de ellas. Eran pergaminos con escrituras en hebreo y judío (y alguno en griego). A aquel primer recipiente le sigue otro, y otro y otro más… y a aquel trozo inicial de pergamino le acompaña uno más, y después, el tercero, y el cuarto… así hasta completar casi 1000 manuscritos que fueron desenterrados a lo largo de los siguientes años.





Con el Estado de Israel prácticamente fundándose, e inmerso en las primeras guerras con sus vecinos árabes, el contrabando de piezas arqueológicas parece tener pista libre para expandirse. Con la zona revuelta, el beduino trata de sacar beneficio económico de su descubrimiento vendiendo los papiros a unos comerciantes de Belén, que a su vez tratan de subastarlos al mejor postor. Pero su alto precio de salida no convence a ningún pujador. Al final, a través de un religioso, llegan a Estados Unidos, donde los compra el gobierno israelí por mucho menos de lo que pedían por ellos inicialmente. 
Aunque la mayoría de los Manuscritos del Mar Muerto se custodian en Jerusalén, otros han acabado en París y alguno en colecciones privadas en Noruega. Otro, de cobre, está en Amman (Jordania). Todos ellos han sido extraídos de una serie de 11 cuevas concentradas en un radio de 3 kilómetros a la redonda.



Bajo el custodio de los dominicos, los textos son guardados y protegidos con recelo, sin que nadie fuera de la Iglesia pueda acceder a ellos. Ese hermetismo provocó que pronto comenzaran a surgir sospechas de que aquellos misteriosos manuscritos escondían algo que el Vaticano no quería que saliera a la luz. Algo que demolería la fe cristiana y derribaría dicha religión para siempre. Pero tras varias décadas, los investigadores y científicos que esperaban con ansia esa revelación, por fin pudieron analizarlos. Los eruditos cotejaron los evangelios cristianos, el nuevo testamento y los rollos y determinaron el contenido de los enigmáticos textos. ¿Qué decían? ¿De qué hablaban? ¿Quién los había escrito? ¿De qué época databan? ¿Eran tan dañinos para el cristianismo como muchos auguraban? Había muchas preguntas amontonándose, esperando a ser resueltas. Y casi todas fueron aclaradas…


Los rollos tenían más de 2000 años de antigüedad, y contenían textos del Antiguo Testamento y documentos bíblicos más antiguos todavía, como el Libro de Ester. Además, hay textos poéticos y otros que hablan del futuro, del mesías y del apocalipsis. Incluso se describe con detalle la ubicación de tesoros, que hasta ahora nadie ha podido localizar. La traducción ha sido tremendamente complicada y laboriosa, ya que los expertos debían afinar en cada palabra que interpretaran. Una simple mala traducción de una sola letra podría cambiar el significado de todo el texto. La polémica parecía cerrarse… o tal vez no…

Hay muchos científicos que sostienen hipótesis realmente alarmantes para la Iglesia cristiana, y que efectivamente, ponen en jaque las bases y los pilares sobre los que se sostiene. Y aunque muchos creyentes acepten esta corriente, puede que ya, a estas alturas, les importe más bien poco si su religión fue inventada o si salió de otra anterior. Porque eso es lo que defienden varios estudiosos de los Rollos de Qumrán. Que el cristianismo es una ramificación del judaísmo, cuya enseñanza fue pregonada y propagada de forma embustera por Pablo.


Volvamos a Qumrán…

Esta comunidad fue habitada por un grupo de judíos, que cansados y desengañados por la influencia helénica que estaba contaminando su templo y su religión, decidieron apartarse hasta este solitario y desértico emplazamiento para preservar sus creencias más puras. Así fundaron esta secta en la que, todo aquel que quisiera entrar, debía entregar todos sus bienes materiales. Desprenderse de ellos para ser todos iguales. Los esenios eran vegetarianos, practicaban el celibato y no admitían mujeres (estas dos últimas normas son puestas en duda por muchos investigadores, ya que se han hallado cadáveres femeninos en el asentamiento). Ellos escribieron los manuscritos de Qumrán y los escondieron ante una posible amenaza de los romanos. Y con ellos, posiblemente, convivió Jesús durante un tiempo (algunos meses), periodo al que los historiadores llaman, dentro de su vida, “tiempo perdido”, en el cual se evapora su pista. Aquí empieza a surgir la polémica con fuerza…

En opinión de algunos estudiosos, el cristianismo fue cogiendo ideas del judaísmo y luego evolucionó y tomó otros caminos. Según estos investigadores, en los Rollos del Mar Muerto se menciona a un Maestro de la Justicia (que podría ser Jesús) y a un Embustero (Pablo). Este último no conoció a Jesús, y a diferencia de Santiago, que sí lo hizo, pretendía que esas enseñanzas se propagaran por todo el mundo, fuera del judaísmo. Santiago prefería preservarlas en su tierra. Y aquí empieza, quizá, una de las conspiraciones más antiguas de nuestra historia. 

Pablo no estuvo con Jesús, y sólo conocía al Jesús más celestial, no terrenal. No sabía nada de él, y lo presentó como un mesías más tranquilo y piadoso, al contrario del que aparece en Qumrán, más rebelde y guerrero. Es preciso destacar que Pablo poseía la ciudadanía romana y que estaba protegido por el Imperio. Y a éste le interesaba calmar los ánimos de la gente con el Jesús de Pablo, más moderado y sereno, que no con el de Santiago, más alborotador y temperamental. Recordemos que los evangelios fueron escritos por cuatro seguidores de Jesús que tampoco le conocieron en su época. Marcos, Mateo, Lucas y Juan redactaron sus obras varias décadas más tarde de su fallecimiento (incluso en el siglo siguiente), y ninguno de ellos formaba parte de los 12 apóstoles que compartieron su última cena, y que fueron elegidos por el propio Jesús para transmitir y propagar su mensaje.


Así pues, ¿puede el cristianismo basarse en una mentira y en una manipulación? ¿Guardan aun, los rollos de Qumrán, más revelaciones por descubrir? ¿Se nos han mostrado todos?

Muchos creen que no, y que sólo se han permitido enseñar un tercio del total, aproximadamente. Y que todavía hay mucho material delicado guardado, y seguramente, no sólo en los archivos de la Iglesia, sino también en las oscuras y polvorientas cuevas de Qumrán, ya que en el año 2017 se descubrieron todavía nuevos fragmentos.
Cabe prestar atención a un papiro escrito en griego que todos los expertos han calificado de difícil interpretación: el 7Q5 (el papiro número 5 de la séptima cueva de Qumrán). En 1972 el papirólogo español Josep O´Callaghan Martínez anunció que dicho texto era neotestamentario. El resto de expertos en la Biblia no tardaron en desprestigiarle, ridiculizarle y apartarle de la comunidad científica. Pero este aislamiento duró 10 años, ya que, en 1982, otro colega suyo alemán, Carsten Thiede, apoyó su hipótesis. Nada está confirmado, pero nada se puede descartar. En el caso de que, como en opinión de O´Callaghan y Thiede estuvieran en lo cierto, y el 7Q5 fuera el texto de Marcos 6, 52-53, habría que replantearse de nuevo la datación de todos los evangelios, tal y como los conocemos.


Los Manuscritos del Mar Muerto, a buen seguro, seguirán siendo fuente de debate y controversia entre expertos en la materia. Y posiblemente, todavía, no hayan dicho su última palabra…