SUROESTE DE ESTADOS
UNIDOS - (I)
Septiembre de 2004
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Yosemite
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Con la ilusión de unos niños, recorremos el finger que conecta nuestro Jumbo de la British Airways con la terminal de pasajeros del aeropuerto internacional de San Francisco. Un par de percances a la llegada no nos pudo bajar de la nube sobre la que todavía flotábamos, a pesar de que el 747 ya había parado sus motores. Estábamos en Estados Unidos, algo que, hasta entonces, sólo habíamos visto en el cine. La pérdida de un saco de dormir no nos cambió el semblante. Y el ratito en el cuarto de inmigración, sometidos a un suave interrogatorio, tampoco. Habíamos reservado un hotel en Sacramento, pero éramos incapaces de encontrar el papelito de la reserva, ni de recordar el nombre del alojamiento. Tiene delito que ninguno de los dos memorizara el nombre del único hotel que habíamos reservado para las tres semanas de viaje. Lo reservamos porque sabíamos que te exigían una dirección a la llegada, y porque la primera noche sabes dónde vas a caer, pero las maravillas naturales que nos esperaban nos obnubilaron por completo. Tras responder a una serie de preguntas a una agente de fronteras, nos dejaron salir sin problemas. La verdad es que no recuerdo si logramos encontrar la reserva o consideraron que no nos íbamos a convertir en inmigrantes ilegales. El caso es que recogimos nuestro Dodge Stratus blanco para empezar a hacer kilómetros.
![](https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEhhgx0gb2v7H-losN8Tgt3Ls3hKEgFHyz9Z2rO79Qe2IQYIjbzMivZs9K3gsL797XxSUo3Wita7WNlPI8si2_d_uK_NnZlNhTBcQSLYXhR9DB0hQNlJzjzD3iYhNjWLvTpbPI_TO0MnkA6D/s200/new-mexico-2290033_1920.jpg)
Sobre nuestro mapa gigante de papel teníamos marcada una
ruta circular que comenzaba y acababa en San Francisco. Os aseguro que no somos
de parar a comer dos horas, ni de tomarnos los desayunos tranquilos, ni de aprovechar
la cama, pero, aun así, esa zona del mundo tiene muchísimas cosas que ver, y
aunque estéis un mes entero, si queréis profundizar en todos los parques
nacionales (de verdad que sufrimos por tener que descartar alguno) es necesario
mucho más tiempo.
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PN. Yosemite (California) |
La siguiente jornada estaría dedicada a las secuoyas más
famosas del mundo. Los parques
nacionales de Sequoia y Kings Canyon. A pesar
de que hay osos en Yosemite, la noche transcurrió tranquila, y el animal más
grande que vimos fue un asustadizo coyote. Pero si visitáis la zona, tomaros en
serio las advertencias y consejos que os dan sobre los plantígrados. Yo, en
España, he visto miles de señales de “Peligro ciervo”, “Peligro jabalí”, etc… y
nunca he visto ninguno. Pero os aseguro que allí, si veis estas señales, lo más
seguro es que os topéis con el animal del dibujito (tuvimos encuentros con osos
sí, pero no allí). Es importante dejar la comida sobre las plataformas elevadas
dispuestas a tal efecto, para que el animal no sienta la tentación de entrar en
vuestra tienda. Estando allí, leímos que un par de días antes, una bestia de
estas había arrastrado a un adolescente en Utah desde el interior de su tiendita
y lo había matado. Si vais a hacer senderismo, lo ideal es hablar en alto y
llevar un palo con un cascabel para que el oso os tenga localizados y rehúse el
encuentro. Lo peligroso es que se tope con vosotros por sorpresa. Entonces
podría reaccionar violentamente porque os considerará una amenaza. Correr
servirá de poco, él lo hará más rápido. Si no veis escapatoria, haceros una
pelota, y rezad para que el animal se de media vuelta. Bueno, en los centros de
información tendréis explicaciones mucho más detalladas, y protocolos de
actuación.
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Parque Nacional Sequoia |
Antes de encarar a los gigantes rojizos, pasamos por
“Mariposa Grove”, todavía en Yosemite, donde tuvimos nuestro primer contacto
con estos impresionantes árboles. Luego ya, en Kings Canyon podréis deleitaros
observando en silencio al “General Grant” o al “General Lee”, o al “General
Sherman” en el parque Sequoia. Son los ejemplares más grandes.
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Nuestro coche atravesando una secuoya muerta |
Tras tomaros un café en una típica cafetería (sí, es cierto
que una camarera amable y sonriente está pendiente de que tu taza esté humeando
siempre, y te la rellena las veces que quieras), emprendimos camino a Las Vegas,
durmiendo en Lake Isabella. Antes de llegar a la capital del juego, atravesamos
el Death Valley con unos paisajes desérticos lunares impresionantes. Pasamos
por las Sand Dunes, el Ubehebe cráter, y el Scotty´s castle, una curiosa y
preciosa construcción de estilo colonial español. Aunque es uno de los sitios
más calurosos del planeta, donde en verano se pueden sobrepasar ampliamente los
50º c, al ser septiembre, no notamos un calor excesivo.
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Carretera en el Valle de la Muerte |
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Famoso letrero en la entrada a Las Vegas |
Ya en el estado de Nevada, la entrada a Las Vegas fue como si nos hubiéramos metido en una autopista espacial, en la que nos pasaban coches por todos los lados a la velocidad de la luz. No es que fuera un tráfico intenso ni caótico, pero acostumbrados a las tranquilas y despobladas carreteras del desierto, aquella vuelta a la civilización nos pareció impactante. Llegamos al atardecer, y lo primero era buscar alojamiento para esa noche. El New York New York fue el elegido. Nos alojamos en una buena habitación de la planta 23 de alguno de los rascacielos del skyline neoyorkino que simulan las fachadas del hotel. Vistas magníficas. Duchita y a patearnos la zona de megahoteles y casinos, que son la atracción principal de la ciudad. Durante más de cinco horas anduvimos explorando estos increíbles complejos de temáticas tan variopintas como la edad media, piratas, Venecia, romanos, Egipto, etc… Puedes entrar en cada uno de estos hoteles a mirar sin miedo, y explorar sin problemas. Las Vegas tiene ese ambiente curioso que todo el mundo debería respirar. Por la noche, hay una explosión de movimiento increíble. Nosotros echamos nuestro dólar en una tragaperras (del Caesar creo recordar) para hacer la gracia, pero nada, no le imprimimos suficiente fe a la palanquita. No nos hicimos millonarios. Antes de abandonar la ciudad del pecado, se nos pasó por la cabeza hacer una locura, que como todos vosotros sabréis, sólo puede realizarse en este lugar. Sí, casarse sobre la marcha, y nunca mejor dicho, sobre la marcha del rey del rock. Hay cientos de capillas temáticas (en los hoteles también), donde por unos ¿300 dólares más o menos? (corregidme este dato) puedes casarte vestido de Elvis Presley. Mi ilusión era hacerlo de escocés, con el sonido de las gaitas acompañando nuestros pasos hacia el altar, pero me di cuenta de que aquel día no me había depilado (es broma). Lo cierto es que, en aquella época no teníamos claro las repercusiones legales de aquel enlace. Ni siquiera sabíamos si era válido en otro país (creo que se puede convalidar o algo así), o si en el futuro podría causarnos problemas, así que, aunque como cachondeo era para partirte el culo con los amigos, el tema legal nos frenó.
Todavía solteros, salimos de Las Vegas para visitar la presa
Hoover en el lago Mead. Espectacular entorno, con unas instalaciones con look
futurista (han pasado 13 años).
A pesar de estar en medio del desierto, a la altura del
Valle de Fuego, un parque estatal que alberga paisajes con tierra rojiza muy
bonitos, una tormenta eléctrica nos sorprendió en medio de la nada. Rayos,
truenos, granizo, cortina de agua que te impedía ver nada… ¡¡Parecía el fin del
mundo!! De verdad, nunca habíamos visto algo tan violento. Afortunadamente, el
cielo se volvió a abrir, y pudimos disfrutar de las maravillas que nos aguardaban
en el Valley of Fire (fuego casi nos hace a nosotros la tormenta). Para
recuperarnos del susto, paramos a comer en una zona llamada Mouse Tank, donde
unos graciosos ratones canguro se nos unieron en el almuerzo. Abandonamos el
Valle de Fuego después de ver lo que parecía ser el rodaje de una película.
Y ahora… me vais a permitir que haga un salto en el
recorrido, para dejar los parques nacionales de Utah y Colorado para otro
capítulo, en el que me gustaría hablaros de otro tema de los indios. Me estoy
dando cuenta de que es un relato muy amplio, aunque esté intentando resumirlo
lo máximo posible, así que, aunque no sea lo más correcto, nos trasladaremos
varios días después en el tiempo, para continuar la aventura desde Nuevo
México. Perdonad.
Nuevo México nos sorprendió muy gratamente. Es un sitio al
que nadie iría expresamente, pero de lo más auténtico y agradable del viaje.
Recorrimos la parte norte, y por supuesto, las cuevas de Carlsbard o las White
Sands tuvimos que dejarlas para otra ocasión. Es imposible abarcarlo todo.
Nuestra primera parada en este estado fue Taos. El primer amanecer en Nuevo
México nos sorprendió con una bella estampa de varios globos aerostáticos
flotando sobre el pequeño cañón que un río había formado en un paisaje árido. Desde
el Gorge Bridge, el segundo puente colgante más grande del país (1965), pudimos
disfrutar de unas vistas espectaculares de la garganta, a 200 metros de altura.
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Taos Pueblo |
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Taos |
Y ya en Santa Fe, una ciudad mucho más grande, nos volvió a
enamorar esa arquitectura de adobe que nos había conquistado en Taos. Son
edificios mucho más grandes, y tal vez por eso impresionen más. Con un cielo
azul despejado por completo, esos edificios nos invitaban a fotografiarlos
una y otra vez como si fueran modelos gustándose para el reportaje. La catedral
de St. Francis, la plaza de los gobernadores, la capilla de Loretto … todo
precioso. Y fue aquí, amigos, donde nuestro viaje cambió de rumbo…
Siempre solemos llevar un itinerario establecido con las
cosas que queremos ver. Como nosotros decimos… marcamos “puntos gordos” que no
nos podemos perder, y luego el resto de cosas… Pero muchas veces, la
información que nos ha ayudado a organizar el viaje no nos muestra todas los
atractivos que un sitio puede ofrecerte. Sobre el terreno descubres infinidad
de lugares que no conocías antes de salir de casa. Por eso, si tenemos tiempo,
o nos da la sensación de que un lugar puede tener cosas que a lo mejor se nos
han escapado, recurrimos a “la cultura de la postal”. Nos acercamos al stand de
una tienda de recuerdos, y revisamos todas las postales del lugar, para ver si
nos dejamos algo. Y os aseguro que muchas veces hemos descubierto sitios
estupendos de esa forma. He de reconocer que aquel día no sé si nos acercamos con
esa intención, o fue simplemente para buscar una bonita imagen para mandar a
casa. Inciso…
Todavía mandamos postales de
papel, sí : ) Y viajamos sin conexión a internet, totalmente desconectados. Sin
ordenador. Por tener, no tenemos ni internet en el móvil. Es decir, a la vieja
usanza.
El caso es que allí nos apareció el misterio… Una postal de
Roswell. Ya sabíamos de sobra lo que era Roswell, donde estaba, y lo que
significaba, pero era un viaje “ordinario”. Con más tiempo, por supuesto que me
encantaría explorar más en profundidad lugares misteriosos, pero los días no dan
para todo. ¿Qué íbamos a quitar? ¿el Gran Cañón? ¿Los Ángeles? Quedaba muy
lejos de nuestra ruta. Pero como íbamos bien de tiempo, incluso adelantados al
itinerario, nos dijimos… ¡que narices! Igual no tenemos esta oportunidad en la
vida. ¡¡Es Roswell!! Y aunque distaban más de 300 kilómetros de distancia entre
punto y punto (más otros 300 de vuelta) no nos lo pesamos, y enfilamos como un
cohete hacia el lugar donde se puede decir que empezó el fenómeno Ovni.
Tras unas horas conduciendo, llegamos al anochecer. Las
luces iluminaban la ciudad al fondo, y a medida que nos acercábamos, no sé si
debido a los nervios, la sugestión, o el cansancio (o todo al mismo tiempo) os
prometo que sentimos algo muy raro. Una especie de inquietud injustificada que
no sé explicar, y que me acompañó durante toda la noche. Sentí mi cuerpo raro,
extraño (no me abdujeron, no seáis morbosos). Sólo recuerdo haber sentido algo
parecido en Salem. Allí no era yo, en el ambiente parecía flotar algo que te
inquietaba también. Nos alojamos en el Frontier Inn por 43 dólares, con un buen
desayuno. De momento era el mejor en el que habíamos dormido en cuanto a
relación calidad/precio. Otro inciso…
![](https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEit3UZZQZ1VKRf14xyGV2Co9Zn0d9UeGcsD5pxpaRB1yMzPeDRTl7iBgJ69E7U-C-HB7plMaDsDkYOK8j163_YuC7exHg2BONxHEj12qH1HfRYl2KOAVUKFP-6523Hvhgv6HIZYGMehG0ES/s320/motel-403227_1920.jpg)
Después de desayunar unos deliciosos donuts (no os podéis
imaginar la cantidad de variedades que podéis comer), la luz del día nos enseñó
otra cara de Roswell. Esa extraña angustia de la noche anterior desapareció,
para transformarse en una alegre sonrisa al ver el aspecto de la ciudad. Los
pequeños cabezones verdes y grises habían invadido el pueblo. ¡¡Estaban por
todas partes!! En las fachadas de los edificios, en los carteles de los comercios,
en las calles, en los cielos, en las farolas… ¡¡era una auténtica invasión!!
Bueno, es evidente que los ciudadanos de Roswell saben que tienen una gallina
de huevos de oro entre sus manos, y han decidido exprimirla. Todo lo que
envuelve a esta vieja localidad agrícola tiene forma de alien. Y cada vez más
personas intentan ganarse la vida con la historia del platillo estrellado. Todo
esto ha hecho que el centro de la ciudad parezca un pequeño circo de seres
espaciales, pero merece la pena vivirlo. Os aseguro que no conozco nada igual
en el mundo. Hicimos un recorrido por toda la ciudad, y visitamos el museo
dedicado al incidente. Es curioso ver las maquetas de los extraterrestres. Y
aunque se haya frivolizado un poco el tema... si pasáis cerca de allí (aunque
no sean 300 kilómetros) os lo recomiendo si sois amantes del misterio. Roswell
sólo hay uno, y os sentiréis orgullosos de haberlo pisado, aunque tenga ese
ambiente “friki”. Para los más estudiosos del tema, supongo que podréis recorrer
los lugares del impacto, pero nosotros no disponíamos de más tiempo. ¿Me
arrepiento de ese giro? En absoluto. Lo volvería a hacer, pero con más tiempo
para indagar.
Bueno, si os parece, haré un alto en el camino para no
cansaros a vosotros tampoco. El siguiente tramo del viaje ocupará otra entrada.
Espero que os haya entretenido, y que saquéis billete para la siguiente etapa.
INCIDENTE ROSWELL
La noche del 2 de julio de 1947, una intensa tormenta rompe
el silencio del desierto en los alrededores de Corona, Nuevo México. El
ranchero Mac Brazel, preocupado por su ganado, sale al amanecer en su caballo
para verificar que los rayos no han alcanzado a sus reses, y que su propiedad
no ha sufrido daños. En su inspección, se topa con restos metálicos dispersados
a lo largo de cientos de metros en el interior de su finca. Con trabajo todavía
por hacer, decide recoger el material, y guardarlo en una de sus casetas de
utensilios. Dos días más tarde, le comunica al sheriff del condado que está en
posesión de lo que parecer ser un artefacto hecho pedazos. Brazel estaba
acostumbrado a recoger de vez en cuando globos sonda que el ejército lanzaba
desde la cercana base militar de Roswell. Allí se alojaba el 509 Escuadrón de
Bombarderos de la Fuerza Aérea, los famosos aviones que transportaron y
lanzaron las bombas nucleares de Hiroshima y Nagasaki. En aquel entonces, la
única unidad de élite del mundo capaz para actuar con armas nucleares. Pero
aquel hallazgo no se parecía a ninguno de los anteriores.
A medida que empezaron a surgir testigos del accidente, se
fueron desclasificando más archivos secretos en los años 90. Las personas que
aseguraban haber visto cadáveres entre los restos del aparato, afirmaron con
total rotundidad, que no se trataba de humanos. Decenas de testigos, que no se
conocían entre sí, coincidieron en la descripción de aquellos humanoides.
Niños, granjeros, enfermeras, médicos militares, oficiales, el dueño de la
funeraria… gente de un amplio segmento social, que no tenía nada que ganar, y
todo que perder, con sus declaraciones. Cierto es que las décadas de los años 20
y 30 fueron muy productivas en cuanto a relatos de ovnis y extraterrestres,
pero se hace difícil pensar en una sugestión colectiva de tal nivel. Las
explicaciones que da el informe para esos seres podrían resultar convincentes
cuando se visionan las pruebas con maniquíes que utilizaba el ejército en sus
vuelos experimentales .Y el supuesto ser que habría sobrevivido al impacto,
formaría parte de otra prueba con monos. El problema con los muñecos es que,
aunque coincidía con los testimonios en la ausencia de pelo y apenas rasgos
faciales, su altura de 1.80 (hechos así para simular perfectamente la
corpulencia de los pilotos) estaba muy lejos del apenas metro que levantaban
aquellas pequeñas criaturas. Pero, sobre todo, hay algo que los saca
inmediatamente de la lista de sospechosos: no llegaron a usarse hasta 1953. La
opción de los monos queda descartada por el pelo, su aspecto, y porque se me
hace complicado pensar que tanta gente confunda primates con esos seres. Y aunque
se trata de eso, de fe, médicos y enfermeras (con rango de teniente) que
confunden un mono o un cadáver humano carbonizado de un accidente, con un
alienígena, cuando lo está manipulando con sus propias manos, es
incomprensible. O que el propio piloto que llevó los restos de Roswell a Fort
Worth, no sepa distinguir una nave de un globo meteorológico, vuelve a ser
igual de increíble. Sería una conspiración, a la inversa. Parece que un gran
número de personas (arriesgando sus trabajos y sus propias vidas, e incluso la
de sus familias), se empeñan en instaurar una verdad, que como poco, sólo les
podría acarrear desprestigio.
INCIDENTE ROSWELL
![](https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEiWGK-V24A40XZgcb3VSl9GmTGpUmOwNg3vfTbTktPBDikCvrSNsdGdUvz7-wSfID97UQmsfXRRUpdIc24iV5DZSml5zOazIBN4fIhuIoBtfKcvWbcYAQyDPg-NRkipRFdPalUze8O36VFf/s320/tormenta-1364280_1920.jpg)
Tres días más tarde, los titulares de los periódicos cubren
sus portadas con la impactante noticia de que el ejército había recuperado un
platillo volante en un rancho de Nuevo México. El sorprendente anuncio colapsa las
líneas del condado, y las mentes de muchos ciudadanos, que no saben si se
enfrentan a una nueva guerra, o a una invasión extraterrestre. Nueve años
atrás, Orson Wells había perturbado la tranquila vida de muchas personas,
adaptando para la radio el clásico de H.G Wells “La guerra de los mundos”.
Oyentes que no habían sintonizado la radionovela desde el comienzo, creyeron
que la narración del famoso director de cine era una noticia auténtica, y
entraron en pánico, convirtiendo Nueva York y Nueva Jersey en un caos, en el
que los habitantes de estas metrópolis trataban de esconderse del supuesto
ataque marciano.
Temiéndose que ocurriera algo parecido, o tratando de
ocultar algún secreto militar, a la mañana siguiente esos titulares fueron
rectificados, y la nota de prensa que había pasado un comandante del propio
batallón 509 (recordemos, el más importante del país), fue desmentida, y
sustituida por otra que atribuía el incidente a un globo meteorológico. Para
dar más fuerza a su versión, mostraron inmediatamente al Mayor Jesse Marcel,
(que había sido designado y enviado al rancho de Brazel junto con oficiales de
inteligencia para investigar el accidente) al lado de la basura en la que se
había convertido el supuesto globo de la prueba. Los fotógrafos de la prensa
pudieron tomar imágenes de la escena, y todo pareció volver a la normalidad…
pero, ¿hasta cuándo?...
Pues hasta finales de los años 70, cuando el incidente
Roswell volvió a llamar la atención de los ufólogos. Aquella historia en Nuevo
México había dejado muchos cabos sueltos, y muchos testigos. Arqueólogos,
personal sanitario del ejército, altos mandos de las fuerzas aéreas,
periodistas, ingenieros, civiles… demasiadas bocas que silenciar. Se puede
decir que la verdadera investigación del caso Roswell, comenzó 30 años más
tarde. La gente que vivió en primera persona aquel extraño suceso empezó a perder
el miedo y a arrepentirse de su silencio. Muchos sintieron la necesidad de
compartir aquella pesada carga. En su lecho de muerte, confesaron a familiares
y periodistas, lo que para ellos fue sin duda, una experiencia con seres de
otro mundo.
Ante la polémica y la presión, el gobierno se vio forzado a
realizar un informe de casi mil páginas, en el que trabajó durante dos años,
donde se reconocía que se había producido un encubrimiento para intentar
proteger proyectos secretos militares. En concreto, el proyecto Mogul, un súper
globo, lanzado al espacio, que se utilizaría para espiar a los soviéticos. Después
de la Segunda Guerra Mundial, la Guerra Fría se estaba incubando entre las dos
grandes super potencias, y en bases como Roswell y la famosa Área 51, se
desarrollaban importantes sistemas espías para adelantarse a las acciones del
“enemigo”. Los famosos aviones U-2 y Blackbird rodaron por primera vez sobre
las pistas de la base secreta de Nevada. En las páginas de este trabajo, se
podían encontrar explicaciones para todas las teorías conspiranoicas con las
que les acusaban los incisivos investigadores.
Las conclusiones parecían convencer a los más escépticos.
Aunque desde el punto de vista racional se puede pensar que sería mucha
coincidencia que una nave tripulada por alienígenas se fuera a estrellar
siempre justo al lado de instalaciones militares, esa misma lógica que nos dice
que pasa así porque seguramente se traten de experimentos militares, también se
nos desinfla cuando analizamos las actuaciones del ejército. Si Mogul era tan
importante, ¿se puede perder tan fácil sin que aparentemente nadie lo busque?
Brazel estuvo en posesión de los restos varios días. Si sólo era un globo
sonda… ¿por qué sobrevolaron la zona en busca de tripulantes? ¿No tenían un
plan b para decir que el objeto del experimento era otra cosa? ¿Por qué el
propio Marcel, el alto rango militar encargado de la investigación, aseguraba
haber visto un artefacto con forma de platillo? ¿Por qué aquella
descoordinación en los primeros días del incidente? Se hace difícil creer que
algo tan secreto no esté mejor controlado.
Otro de los miedos del gobierno se basaba en la confianza de
su gente. La posibilidad de que, efectivamente, la nave siniestrada se tratara
de un auténtico platillo volante, pero terrestre, era una opción muy válida.
Los alemanes ya habían fabricado aparatos voladores con forma discoidal, y los
científicos germanos traídos en la operación Paper Clip (entre los que se
encontraba el famoso Von Braun, padre del V-2 y principal artífice del programa
espacial americano), podrían suponer una ofensa para un pueblo recién salido de
una horrible guerra, que les había causado un terrible sufrimiento. Sería muy
difícil explicar cómo más de cien científicos que habían desarrollado armas
mortíferas que habían acabado con miles de vidas de soldados estadounidenses,
ahora vivían con un excelente trabajo, una magnífica casa, y sin pagar por
ninguno de sus “crímenes”, bajo la protección de su propio gobierno. Aunque sus
investigaciones fueran en favor de sus intereses, ese cambio de bandera no
sería bien recibido por gran parte de la población. Algunos eran alemanes
obligados a trabajar para Hitler, pero otros muchos eran nazis convencidos.
![](https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEhoLRc36yKhiP2sQLWVMAJZDKTTv_5c0hyphenhyphens4HrXYiC-UpV0nlUpEwqBEmJNriO1XNM5cZsHJfszpe32QfeJ8_5QihV39HVPMiOCUt5AC60wxI90ta23ImAsHwPRLovzu2Rw_jI45lvCsNOP/s320/ufo-1951536_1920.jpg)
El hijo de Brazel, el ranchero que encontró los escombros, y
cirujano militar, sigue sosteniendo la versión de su padre. Los materiales
mágicos que le pareció manipular aquella noche, pueden proceder de tecnología
extraterrestre, o de nuestra propia manufactura. Sabemos que muchos de los
avances que se nos presentan, llevan años desarrollados o descubiertos. El
chico guardó esas varillas y trozos de metal durante muchos años, hasta que los
dio a conocer. Al día siguiente, representantes del ejército se presentaron en
su casa para confiscárselos. Había una pequeña viga que le resultó
particularmente curiosa. Estaba grabada con extraños símbolos, una especie de
jeroglíficos que adornaban su superficie. La versión oficial era que se trataba
de una sencilla cinta adhesiva del globo, que había sido proporcionada por una
empresa de juguetes, y que esos símbolos de una supuesta raza extraterrestre,
eran simples dibujos de nubes y flores infantiles. Pero, si esto es cierto, ¿por
qué ese empeño en arrebatárselo?
La última y controvertida versión del incidente, es que se
trató de humanos del futuro que habrían llegado a través de un viaje en el
tiempo.
Como en muchos de los enigmas, el desarrollo de la historia
se ha ido envenenando tanto por ambas partes, que para muchos quizá esté
agonizando. A lo mejor algún día sabremos lo que pasó en Roswell. Hasta
entonces, como el santo grial, es cuestión de creer o no creer. Y como el
legendario cáliz, sólo el tiempo dictará sentencia, y sólo él nos dirá si fue
una realidad, una confusión, o permanecerá en el limbo de las grandes leyendas
de nuestra historia.
Os dejo una pequeña encuesta para saber vuestra opinión
sobre el caso.
Gracias por participar.