ESTADOS UNIDOS - SUROESTE (4) - San Francisco , Los Ángeles y Big Sur
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Golden Gate |
A pesar de las inquietantes llamadas nocturnas a nuestra
habitación, el cansancio acumulado fue un gran aliado para dormir plácidamente
aquella noche. A las 7 de la mañana ya estábamos en pie para conocer la ciudad
de Los Ángeles. En Anaheim visitamos la impresionante Crystal Church, una imponente edificación de cristal que es capaz
de albergar casi 3000 asientos para que los fieles católicos acudan a rezar a
esta moderna iglesia.
De allí enfilamos directamente a buscar el cartelito de
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Cartel de Hollywood |
Hollywood. No perdimos el tiempo en intentar subir, ya que, aparte de ser
difícil dar con el camino, habíamos oído que estaba prohibido acceder hasta él.
Objeto de numerosos actos de vandalismo, se han instaurado grandes medidas de
seguridad para evitar que se deteriore. Inaugurado en 1923 para una promoción
inmobiliaria, originalmente se anunciaba como HOLLYWOODLAND. Después de construir la urbanización se iba a
retirar, pero el boom del cine en Los Ángeles animó a las autoridades a
conservar el cartel, aunque sin el “LAND”. El famoso emblema no sólo atraía a los
vándalos, sino también a suicidas, que lo elegían como trampolín para acabar con sus
frustradas vidas. Curioso es el caso de la actriz Peg Entwistle, que decidió
dar el salto a Hollywood desde Broadway. Con un pequeño papel secundario como
único triunfo en la meca del cine, y desanimada por las malas críticas y la falta de
oportunidades, decidió acabar con su existencia lanzándose desde la letra “H”. Lamentablemente, el éxito le
esperaba unos días más tarde en la puerta de su casa. Como si de un relato de Historias de
la cripta se tratara, apenas unas horas después de su muerte, le llegaba una
carta ofreciéndole un papel protagonista, en el que encarnaría a una mujer que
se volvía loca y acababa suicidándose.
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Edificio de Walt Disney |
Después de buscar un buen lugar desde donde captar el
letrero en la distancia, nos dimos una vuelta por el centro de la ciudad. No
hay muchos edificios emblemáticos, pero podéis acercaros hasta el Ayuntamiento,
o a la sala de conciertos de Walt Disney, un edificio diseñado por Frank Gehry,
que guarda un asombroso parecido con otra de sus más famosas obras, el Museo
Guggenheim de Bilbao, que ha puesto a nuestra ciudad en el mapa turístico
internacional.
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Teatro chino de Kodak (actualmente Dolby, con otro aspecto) |
Pero el objetivo en los Ángeles no era su skyline (rascacielos), sino El Paseo de la Fama de Hollywood, y el Teatro Kodak (Teatro Dolby actualmente).
En el primero es una maravilla pasear por la acera salpicada de estrellas de
cine. Tomaos vuestro tiempo para buscar a vuestro actor/actriz o cantante
favorito para guardarlo en vuestra cámara. En el segundo encontraréis las
huellas en barro de muchos de estos actores, a los que a más de uno les habrán
entregado su merecida estatuilla en la ceremonia de entrega de los Oscar, que se celebra cada año en el
Teatro Dolby.
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Estrella en el Paseo de la Fama |
Solvang es una encantadora ciudad danesa situada en el Condado de Santa Bárbara. Con las casas y
molinos típicos del país europeo, es una réplica perfecta de un pueblo nórdico.
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Misión de Sata Bárbara |
Y en el mismo condado, la Misión Santa Bárbara es una de las
edificaciones religiosas del llamado “Camino
Real”, un recorrido por la costa californiana sembrado de misiones
españolas, que el mallorquín Fray Luis de Junípero utilizó para evangelizar a
los indios. Situadas a media jornada de camino entre una y otra, estas misiones
del siglo XVIII recuerdan la presencia de los españoles en la zona. Pasamos por
la de San Luis Obispo antes de llegar a Morro Bay, donde cogemos un motel para
descansar.
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Misión San Carlos Borromeo en Carmel |
El embarcadero, lleno de pequeños yates, con la imponente
Morro Rock (roca) de fondo, es una imagen relajante que te invita a la
contemplación. El recorrido por el Big
Sur es realmente espectacular. Paisajes costeros abruptos e indómitos entre
San Simeón y Carmel, que os harán parar varias veces por el camino para
acercaros a los miradores que asoman al Pacífico. El punto más popular es la
cascada McWay, en el Parque Estatal de Julia Pfeiffer Burns. Aunque es de difícil
acceso, el salto de agua, que desemboca directamente en el mar, es de una
belleza salvaje espectacular. Pero sigamos el orden de sur a norte…
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Cascada McWay en el Big Sur |
En San Simeón, la mansión del magnate de la prensa William
Hearst es una casa enorme, lujosamente decorada, en la que se pueden encontrar
valiosas piezas de arte de varias épocas de nuestra historia. En su día, el
Castillo Hearst albergaba el zoo privado más grande del mundo, y la piscina,
con azulejos de cristal de Murano, está presidida por un templo romano
auténtico, que fue traído piedra a piedra desde Europa. En aquella época la
entrada costaba 24 dólares. Después de atravesar el Bosque de Los Padres, pasamos por el fotogénico puente de Bixby
Creek. En Seaside, cerca de Monterrey, nos alojamos en un hotel regentado por
una señora hindú.
Finalizado el maravilloso recorrido por el Big Sur nos acercamos al Mistery Spot, a 3 kilómetros de Santa
Cruz. ¿Qué nos esperaba allí? Pues un curioso lugar en el que las leyes de la
gravedad parecían invertirse. Las canicas, aparentemente, rodaban cuesta
arriba, y los cuerpos se sostenían en ángulos imposibles. Nos echamos buenas
risas. Mereció la pena.
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Skyline de San Francisco |
Y antes de llegar a San Francisco, hacemos una breve parada
en el Parque Estatal Big Basin Redwood, donde vemos un montón de pelícanos. El más antiguo de California, este espacio protegido alberga las sequoias más viejas al sur de San Francisco.
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Faro Carrier Pigeon |
Desde el bonito faro de Carrier Pigeon se pueden ver
ballenas en invierno. Así finalizamos el día en el Motel Americana Inn, a las
afueras de San Francisco. Bueno, todavía nos faltaba la visita al gran templo
mormón de Oakland, donde la hermana Oliva, de Chile, nos da una pequeña charla
muy interesante sobre su religión. Cansados, pero con hambre de seguir viendo
cosas, hacemos nuestra primera incursión a San Francisco. Llegamos al muelle, y
nos damos un paseo nocturno por Fisherman´s Wharf. En un ambiente inmejorable,
cenamos en un Burguer, y confirmamos lo que habíamos oído y leído sobre esta
ciudad. En una primera impresión ya sabíamos que nos iba a encantar, y también
habíamos descubierto nuestro rinconcito para escaparnos y relajarnos, el viejo
muelle de madera Pier 39, con su colonia de leones marinos.
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Templo mormón de Oakland |
La primera mañana en la ciudad estaba destinada a La Roca. Alcatraz, junto al puente
Golden Gate, era el icono más famoso de la ciudad, y los lugares que más
atraían nuestra atención. Nos trasladamos en ferry hasta la famosa prisión, y
allí nos hacen una visita guiada por las dependencias de la cárcel. Aunque el
tour narra la historia de Alcatraz de forma muy… no sé cómo explicarlo, suave…
descafeinada… infantil… un poco Disney, el hecho de estar entre aquellas
paredes te vuelve sordo ante cualquier historia que te estén contando. Tu
cabeza mira hacia los pasillos altos y tu cuerpo gira y gira sobre sí mismo, trasladándose en el tiempo para imaginar como vivían los presos en aquellas lúgubres celdas. Impresionante
lugar.
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Muelle en San Francisco |
Para relajarnos de la tensión del presidio, nada mejor que comer
en el “Chowder” (cuya especialidad es un pan gigante que sirve de cazuela para
la comida de su interior), un restaurante con ambientación de los años 60.
Tras el almuerzo, visitamos el USS Pampanito en el Fisherman´s Wharf, un
“pequeño” submarino que sembró el pánico entre la flota japonesa en la II
Guerra Mundial. En el Pier 39 nos esperaban las graciosas focas y los
escandalosos leones marinos, que con sus movimientos levantan las carcajadas de los
visitantes.
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Ferry Building |
Llegaba la hora de buscar hotel, pero vimos que era imposible
encontrar algo decente en el centro, así que cogimos el Travellodge para las 3
noches que nos quedaban. Con todavía unas horas de luz por delante, nos
aceramos para sacarle una foto al ayuntamiento y al Ferry Building, un bonito
edificio con una torre del reloj.
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Sausalito |
El maravilloso Golden Gate amanecía despejado, así que
aprovechamos la ocasión para, después de atravesarlo, pasear por el Golden Gate
Park, donde se pueden visitar el Stow Park con sus pagodas chinas y cascadas,
un recinto con bisontes, el palacio de la música… y, sobre todo, hacer un pic
nic o simplemente echarte una siestecita al sol en este fabuloso parque. Para
acabar la jornada, vamos a Sausalito, una curiosa población justo al otro lado
del puente, en el que hay un barrio entero que se compone de casas flotantes.
Muy coqueto.
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Tranvía |
Tras recorrer el
distrito financiero con su famoso rascacielos Pirámide Transamérica (no exento
de polémica en su día por su diseño), vamos en busca del famoso tranvía de
cable, que, desde 1873, recorre las empinadas calles de San Francisco. Es el
único manual que queda en el mundo. Los vagones son de museo.
Antes de acabar el día, teníamos que encontrar las famosas
casas victorianas de Álamo Square, un barrio residencial desde el que se
observa una de las mejores vistas de la ciudad. Los que seáis de mi quinta, las
reconoceréis perfectamente por ser la cabecera de la serie de los años 80-90 Padres forzosos. Merece la pena subir
hasta allí y sentarse en el parque para disfrutar de la panorámica y de las
preciosas viviendas.
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Casas victorianas en Alamo Square |
Después de hacerme con un buen alijo de CDs de música country en
la tienda de Virgin, nos fuimos al motel para pasar ya la última noche.
Un bonito colofón al mejor viaje de nuestras vidas. San
Francisco es, sin duda, la ciudad ideal para vivir… si no estuviera encima de
la falla de San Andrés. Todos los sismólogos coinciden en que, tarde o
temprano, un seísmo de gran magnitud destruirá casi por completo la ciudad. No
es cuestión de preguntarse si va a pasar o no… sino cuándo va a ocurrir… Esperemos
que la madre naturaleza nos deje disfrutar de esta maravillosa ciudad durante
muchos años más…
LA FUGA DE ALCATRAZ
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Prisión de Alcatraz |
Seguramente, John y Clarence Anglin, y Frank Morris no os
suenen de nada. Este último tenía un cociente intelectual de 133. Pero nadie
hablaría de él por su inteligencia. La huella de nuestros protagonistas en la historia
queda marcada con una hazaña al alcance de… nadie. En sus casi 30 años de
funcionamiento como prisión federal, la fortaleza inexpugnable de San Francisco
había conseguido atajar todo intento de fuga de los presos. Los gángsters más
famosos como Al Capone o George Machine Gun Kelly, y asesinos como
Robert Franklin Stroud (El hombre pájaro),
ni siquiera intentaron romper las fuertes medidas de seguridad de La Roca. ¿Cómo lograron escapar unos
simples atracadores de bancos de Alcatraz?
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Celda donde estuvo alojado Al Capone |
Los hermanos Anglin habían llegado al penal de la Bahía de
San Francisco después de pasar por otras cárceles en las que ya dieron prueba
de su imaginación para maquinar huidas. Sus atracos a bancos se truncaron
cuando fueron detenidos en 1958 después de asaltar una oficina en Alabama con una
pistola… de juguete. A pesar de las recomendaciones de las autoridades
de las cárceles donde habían estado, el alcaide de Alcatraz subestimó la
habilidad de los jóvenes para planear una escapada, y les colocó en celdas
contiguas. O tal vez, como el capitán del Titanic ,que consideraba a su barco insumergible, la arrogancia y la seguridad en La Roca le hacía despreciar la destreza
de los presos.
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Cómic sobre la fuga de Alcatraz (Arriba, a la izquierda, John, el mayor de los Anglin. En el centro, Morris) |
Pero en la mañana del 12 de junio de 1962, las alarmas
sonaron en la prisión de Alcatraz. El guardia que se encargaba de despertar a
los reclusos encontró en las celdas de los prófugos unos elaborados muñecos
hechos de jabón, papel de revistas y pelo humano de la barbería, que sustituían
en los camastros los cuerpos de los hermanos Anglin y Morris. No era la primera
vez (había habido intentos de fuga que habían fracasado), pero en aquella
ocasión, los presos lograron salir de la isla. En una esquina de la celda, la
pared amanecía con un agujero que habían estado cavando durante muchos meses
con simples cucharas. Aprovechando las clases de música, sincronizaban cada
golpe con el sonido del acordeón. A través del conducto de ventilación
accedieron al exterior, donde, amparados en la oscuridad, lograron llegar hasta
el muelle.
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Celda uno de los hermanos Anglin |
Las autoridades de la época dedujeron que habían intentado
llegar a tierra firme nadando, de modo que, al no encontrar sus cuerpos, les
dieron por muertos. Las traicioneras corrientes, la gélida temperatura del
agua, e incluso los tiburones, habrían acabado con ellos de una u otra forma.
Pero el cerebro de Morris, y las manos de los hermanos Anglin les salvaron la
vida aquella noche. Desde pequeños, John y Clarence eran capaces de hacer
cualquier cosa con cualquier trozo de basura. 50 viejas gabardinas de la
prisión les sirvieron para construir una barca hinchable (y hasta chalecos
salvavidas), que engancharían al último ferry que salía de Alcatraz aquella
noche. A medio camino se soltaron del barco, y desaparecieron. La versión
oficial dictaminó que se habían ahogado, aunque jamás encontraron sus cuerpos.
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Agujero por el que huyeron los presos |
Pero los familiares de los fugitivos aseguran (y aportan
pruebas) que vivieron, por lo menos hasta 1975. ¿Y en qué se basan? En el
testimonio de un conocido, que les encontró por casualidad en Brasil. Les había
reconocido, e incluso se hizo una foto con ellos, que entregó a la familia como
muestra de vida años más tarde. Al parecer habrían comprado una granja en el
país sudamericano, dónde se mantenían escondidos de la ley. La fotografía,
analizada por expertos en reconocimiento facial, coincidía, según todos ellos,
con los hermanos Anglin. Eran ellos, sin duda. Pero a la familia Anglin no
había que convencerla de nada. Cada invierno recibían postales por Navidad, y
la madre de los fugados era agasajada cada año con un gran ramo de flores el
día de su cumpleaños. Como en tantas otras ocasiones, los rebeldes Anglin y
Norris habían dado esquinazo a la policía con una arriesgada fuga, que pasaría
a los anales de la historia.
Por lo tanto, con las nuevas investigaciones, seguirían en busca
y captura, ya que hasta que un juez no retire la orden, se les detenga o pasen
99 años del delito, no estarían fuera de peligro. Es poco probable que sigan
con vida, pero si así fuera, hoy rondarían los 90 años. Quién sabe si todavía
estén mirando el horizonte desde el porche de su granja, apretando sus arrugas
con la eterna sonrisa que recuerda su proeza…