domingo, 27 de agosto de 2017

ARMENIA - (1) - Erevan y Echmiadzin. El genocidio olvidado.


ARMENIA - Erevan y Echmiazdin.
Junio 2016


Echmiadzin
En el corazón del Cáucaso hay un territorio que sirve de eslabón para unir Europa y Asia. Debido a su estratégica situación, ha sido dominado a lo largo de los siglos por persas, rusos, otomanos, y mongoles entre otros, y perteneció a los imperios más importantes de su tiempo como el bizantino, el romano y el macedonio de Alejandro Magno. Pero a pesar de toda esa cascada de invasiones, hoy en día, Armenia es uno de los países con mayor identidad propia del mundo. Sus ciudadanos lo saben, y se sienten orgullosos de ello, enseñando las maravillas que esconde su tierra a todo aquel que quiera descubrirlas.



Con un alfabeto e idioma propios, esta pequeña nación adoptó el cristianismo antes que el propio imperio romano. Incluso antes de que el Emperador Constantino la declarara legal en el año 313, en Armenia ya era la religión oficial en el 301.

Estelas talladas en piedra
Y esa era nuestra mayor motivación en esta aventura. Viajar a la cuna del cristianismo para disfrutar de esas inigualables iglesias y monasterios, que nos dejaron maravillados.

Nuestro viaje abarcaba Georgia y Armenia. Con una semana en cada país esperábamos tener suficiente para conocer lo más representativo de cada nación. Son muy pequeños y si os organizáis bien, creo que es suficiente. En Georgia hay zonas remotas como Svaneti (que merece mucho la pena) a las que es difícil y costoso acceder y que requieren más tiempo, pero eso es otra historia…
Mapa y bandera de Armenia

Puesto que Armenia no mantiene buenas relaciones diplomáticas con sus vecinos azerbaiyanos y turcos, se hace más caro llegar hasta allí en avión, ya que mantiene totalmente cerradas las fronteras con estos países. Las conexiones aéreas más económicas desde Europa son con la compañía turca Turkish Airlines (que no vuela a Armenia), con lo que el billete a Tiflis (capital georgiana) sale a la mitad de precio. Es aconsejable entrar por allí y coger un autobús que, en pocas horas os llevará a territorio armenio. Además, las agencias locales organizan este trayecto en forma de excursión, así que pararéis en espléndidos monasterios por el camino. De esta forma tarda más, pero es un tour de un día completo con guía (en español muy probablemente) que empieza en Tifilis (Georgia) y acaba en Ereván(Armenia). Totalmente recomendable. Nosotros hicimos este tour a la inversa (ya que teníamos vuelo a/desde Georgia), de modo que el viaje de ida fue directo a Ereván (unas 6 horas) …
Echmiadzin

En la capital armenia teníamos reservado el Envoy Hostel, que habíamos elegido por recomendaciones de otros viajeros en internet (tienen hostales tanto en Georgia como en Armenia). De hecho, las excursiones y el transporte te lo organizan ellos. Pero como ya habíamos comprobado días antes en Tiflis, el tema de las excursiones no funciona nada bien… Quizás sea importante matizar que nuestro viaje fue durante el mes de junio. A lo mejor en julio y agosto hay más afluencia de turistas, pero fue un poco desesperante ver que nunca se llenaban los tours. Había una lista enorme para cada día de la semana, y nunca salían por falta de gente. La alternativa que te ofrecían era uno privado, pero que, evidentemente, triplicaba el precio.

Mezquita azul
Tocaba reaccionar rápido, y salimos a la calle en busca de agencias de viaje. Encontramos una oficina de Loca Travel, y una chica muy agradable nos da información para organizar excursiones con una compañía llamada HYUR. Sí, os la he remarcado porque si vais a Armenia por vuestra cuenta, contactad con ellos sin duda alguna, ya que es la mejor, con diferencia. Guías jóvenes apasionados y bien preparados, organización impecable, buen precio, excelente trato, profesionalidad… Perfectos!! Era, junto con Envoy, de la que más habíamos oído hablar, pero esta última nos convenció por el tema del alojamiento. Era más cómodo tenerlo todo junto. Pero como ya os explicaré en la entrada de Georgia, el hostal de la capital nos decepcionó, y las excursiones… pues eso… que la mayoría no salían porque nunca había gente. El caso es que, por suerte, esta agencia nos puso a Hyur de nuevo en nuestro camino, y eso nos salvó el viaje.

Se puede alquilar coche, sí, pero las carreteras y la policía no os lo pondrán fácil. Si queréis relajaros, reservad alojamiento en Erevan, y desde allí, haced las excursiones de 1 día. Lo veréis todo.

Bueno, después de estos consejos prácticos… comenzamos la visita…

Escultura en La Cascada
En el hostal estudiamos las excursiones, y contratamos 5 tours por 96 euros/persona. Ese primer día lo dedicamos a conocer la capital armenia, que nos da una grata impresión. Mucho ambiente, la gente muy simpática y una ciudad amable que te invita a pasear. Nos dirigimos al centro para ver el bonito edificio de la Ópera. La Cascada es como una especie de recinto-monumento-área recreativa, (no sé cómo denominarlo), al aire libre, en el que, a través de varios niveles, numerosas fuentes de agua van descendiendo por una estructura. En cada piso hay bonitas esculturas (de Botero en la base), y salas de arte. En la cima os daréis cuenta de que todavía falta rematar esta obra iniciada por el gobierno comunista soviético en los años 70. Desde allí, una vez superado el esfuerzo de subir todas las escaleras de mármol, seréis recompensados por unas fabulosas vistas de la ciudad.

Parque de la Victoria
Una vez en lo alto os podéis acercar al Parque de la Victoria, donde la Madre Armenia os dará la bienvenida. Esta gigantesca estatua preside una amplia zona de esparcimiento en la que aparte de ver tanques y aviones soviéticos, disfrutareis paseando por un parque español de los años 80. Las barracas, atracciones, puestos de dulces e incluso la música, os retraerán a esa década.

Monumento del genocidio
Seguimos andando hasta llegar al Monumento del Genocidio Armenio. Podéis visitar el museo, y encima de éste, se encuentran la estela de basalto de 44 metros que apunta hacia el cielo como símbolo del renacer del pueblo armenio, y el recinto circular de las doce losas, que recuerdan a las 12 provincias armenias de la actual Anatolia turca de las que procedían buena parte de la población armenia. En el centro de este monumento, una llama eterna, protegida por las planchas de basalto, simboliza el duelo. Allí veréis acercarse a muchas personas para honrar y recordar a las víctimas del genocidio.

El "bosque" de abetos
Al final de una gran explanada, al otro lado, hay un pequeño terreno, donde personalidades ilustres, organizaciones internacionales, gobiernos o instituciones, plantan un pequeño abeto para recordar y reconocer el genocidio armenio. Cada arbolito tiene su placa. Es un lugar muy emotivo que merece la pena conocer.

Fábrica de Brandy Ararat
Después de ese momento tan sobrecogedor, emprendimos la vuelta al centro de la ciudad (está un poco lejos andando) poco a poco. Poco antes de llegar a la fábrica de Brandy Ararat (uno de los mejores del mundo, alabado por el propio Winston Churchill en su día), una discusión de tráfico desvía nuestra atención del edificio. A escasos 10 metros, dos hombres se enzarzan a puñetazos en medio de la carretera, paralizando la circulación de coches. De repente, uno de ellos decide sacar una pistola. Afortunadamente, otros cuatro hombres se le echaron encima antes de que pudiera utilizar el arma. Desde luego, nosotros no esperamos a ver cómo acababa el forcejeo. No sería la primera vez que una bala perdida acaba con la vida de un inocente que estaba en el lugar equivocado, en el momento equivocado. Parece ser que ya casi lo tenían reducido, y las sirenas de la policía ya sonaban cerca, pero no miramos hacia atrás para comprobarlo. De todas formas, quiero recalcar que es completamente seguro. Hay mucha policía y no se ven delitos. Quizás la zona que rodea a la Catedral de Erevan es en la que más debáis acentuar las precauciones, pero sin obsesionaros, porque ya os digo que es más seguro que la mayoría de las metrópolis europeas. Algún mafioso suelto siempre hay en todas partes…


Ese pequeño susto no nos quitó las ganas de seguir conociendo Erevan. Tras sortear una tormenta brutal (granizo del tamaño de castañas), llegamos a la plaza de La República, donde sobresalen el Hotel Marryot y el palacio del Gobierno. Antes de recogernos en nuestro hostal, vamos a situar la oficina de Hyur, desde salen los autobuses de las excursiones para nuestros próximos días…
Plaza de La República

Después de un magnífico desayuno, utilizamos los ordenadores del hotel para conectarnos a internet (ya sabéis que viajamos “desconectados”) y comprobar que nuestro mundo sigue en su sitio.

Llegamos en un paseíto de 15 minutos hasta la oficina de Hyur, donde nos espera un moderno y confortable autobús, provisto de bollitos y agua para el trayecto.

Iglesia Santa Gayané
La primera parada era Echmiadzin, la santa sede de la iglesia apostólica armenia. Es el centro espiritual y religioso de este país caucásico, equivalente al Vaticano. Al igual que los ortodoxos, no le deben pleitesía ni obediencia alguna al Vaticano. Tienen sus propios principios religiosos, y aunque Armenia es el lugar donde más fieles reúnen, hay Diócesis repartidas por decenas de países de todo el mundo, ya que la diáspora armenia, como veréis en el siguiente artículo, se compone de millones de personas (el triple de los que viven en su país), repartidas a lo largo y ancho de nuestro planeta.

Entrada al complejo de Echmiadzin
En este complejo, situado a 19 kilómetros de Erevan, reside el Catholicós (Papa) armenio. Entre el grupo de iglesias que podremos visitar, destaca la catedral más antigua del mundo, Mayr Tachar (año 303), construida por San Gregorio El Iluminador, de quien se dice que fue el artífice de que el rey Tiridates III adoptase el cristianismo como religión oficial del país. La iglesia de Santa Hripsime (618) guarda una triste historia tras sus muros de toba volcánica. Esta monja huyó de Roma junto con otras 36 religiosas por negarse a casarse con el emperador. Cuando llegó a Armenia, el propio monarca se encaprichó de la bella mujer, que fue apedreada junto con sus acompañantes al rechazar al rey. Sólo sobrevivió Santa Nino, que huyó a Georgia, donde introdujo el cristianismo.

Catedral de Echmiadzin
En la iglesia Santa Gayané, del siglo VII, vemos una multitudinaria y emotiva procesión. Y en la Catedral se esconde, para muchos, la auténtica lanza de Longino, así llamada por el soldado romano que atravesó con esta arma las costillas de Cristo en la crucifixión. Según cuentan, la encontraron los cruzados en Tierra Santa durante la Primera Cruzada. Gracias a este hallazgo (rebelado por San Andrés al cruzado Pedro Bartolomé) los cristianos se llenaron de valor y derrotaron definitivamente a los musulmanes en el asalto a Antioquía. Pero hay otro tesoro igual de valioso custodiado en la Catedral de Echmiadzin… un trozo del arca de Noé.

Tras presenciar una misa de rito armenio, nos damos un paseo por el complejo, donde se pueden reconocer la residencia del Catolichós, el seminario, librerías, etc… Y algo que no debéis dejar de lado: las estelas de piedra. El detalle de cada una de ellas es asombroso. Talladas con bellas formas, están repartidas a lo largo de todo el recinto.


Zvartnots, con el monte Ararat al fondo
Tras esta intensa e interesante visita, paramos en Zvartnots. Son unas ruinas muy bien conservadas de un templo o catedral del siglo VII, con una forma cónica de 45 metros, donde fue enterrado San Gregorio. Hay una placa de piedra del siglo VII con escritura cuneiforme, que más os vale no mover de sitio, si no queréis ser víctimas de una terrible maldición. Al lado hay un museo donde conservan valiosas y hermosas piezas encontradas en el recinto, y donde se puede ver una maqueta de cómo pudo ser el edificio antes de destruirse.

Zvartnots
Después de dar un paseo alrededor de estos bonitos restos arqueológicos considerados Patrimonio de la Humanidad, comemos unas cuantas moras de una de las moreras que lo rodean, y volvemos al autobús para regresar a Erevan, donde disfrutaríamos de unas horas todavía, antes de que anocheciera.


Catedral moderna de San Gregorio El Iluminador

Seguimos moviéndonos andando por la capital, y así llegamos a la Mezquita Azul (Blue Mosque), de 1765, llamada Gyoy Djami. Y para terminar el día, lo completamos con la grandiosa Catedral de San Gregorio El Iluminador. De camino a esta enorme catedral construida en 2001, un chico nos aborda muy amablemente al oírnos hablar en castellano. Con su “mexicano” aprendido en Los Ángeles, se interesa por nuestra presencia en su país. Él es hijo de uno de esos tantos de armenios que tuvieron que salir de su tierra. Ahora, en vacaciones volvía a casa de sus antepasados para visitar a los familiares que sus padres tuvieron que dejar atrás. No abundan los turistas, y nos pregunta que es lo que nos ha impulsado a visitar su país. Bueno, nos sorprendió la cuestión, y la respuesta hubiera sido tan fácil como hacerle un gesto con las manos abarcando toda la ciudad que nos rodeaba (y eso que lo mejor está fuera de la capital), pero no hacía falta mostrarle nada, ya que él lo conocía de sobra. Nos gustó esa humildad con la que se presentaba, pero a la vez, quisimos comunicarle que lo que ofrecía su tierra no estaba disponible en ningún otro rincón del mundo. Y lo que ofrece Armenia no es un decorado, es la historia más antigua del cristianismo, pero sin aderezos ni florituras. Las iglesias son las más antiguas, las más respetuosas, las más auténticas y las más humildes del cristianismo, tal como deberían definirse los valores que ya no proliferan en ninguna religión. Armenia es el comienzo del verdadero cristianismo, aquel que hoy en día se presenta tan contaminado, tanto por fieles como por organizadores…





 EL GENOCIDIO ARMENIO DE LA I GUERRA MUNDIAL


Hay, desde hace tiempo, un debate abierto sobre si mostrar o no imágenes de cadáveres en los medios de comunicación. “¿Y a qué viene esto?”, os preguntaréis. Pues a que, sólo mostrando lo peor del ser humano podemos darnos cuenta de la maldad del ser humano. Una imagen vale más que mil palabras. Nunca vas a sentir lo que realmente sufrieron aquellas personas si no lo ves con tus propios ojos. Las imágenes remueven almas, conciencias, corazones… memoria… porque sí, aunque parezca increíble, todavía queda gente que cree, (o quiere creer) que el Holocausto nunca sucedió… . Y yo soy de los que piensa, que solamente las escenas más impactantes pueden abrir los ojos y cerrar la indiferencia. Y los fotogramas que he visto sobre el genocidio armenio me han encogido el alma de tal manera, que he creído necesario compartirlo.


Llama eterna en el centro, rodeada de las 12 lápidas

Los campos de exterminio nazis nos recordaron la barbarie de la que sólo el hombre hace uso. El genocidio judío ha sido el más conocido y documentado de nuestra reciente historia. Después de haber leído miles de artículos, visto cientos de vídeos y haber visitado varios campos de concentración, pensaba que ya había sentido todo el horror que es capaz de generar el ser humano… pero luego llegó Camboya… y luego Bosnia… y Ruanda… y Sudán… Y a cada cual más salvaje, porque ya no se trataba del sueño de un grupo de poder con ansias de convertirse en dioses y dominar el mundo. No… en los más recientes, es el propio pueblo, que, guiado por esos despreciables líderes, no dudaba en matar a sus vecinos porque alguien les decía que era lo correcto. ¿Y cuál era el pecado de las víctimas? Pues pertenecer a una raza, etnia, nacionalidad o religión diferente. Y como os decía, en las masacres posteriores a la II Guerra Mundial, el factor “humano”, disfrazado de ideología, provocó la matanza colectiva. No eran soldados uniformados cumpliendo órdenes, sino personas normales (comerciantes, agricultores, empresarios), que, por su propia iniciativa (a instancias de su presidente), no dudaron en coger cualquier cuchillo de cocina para degollar al vecino (e incluso familiares) con el que había convivido pacífica y estrechamente durante tantos años. ¿Qué tiene el hombre dentro para ensañarse a machetazos con un amigo hasta matarle, despedazarle, o violarle de una manera tan sádica? ¿La exención de responsabilidad y el odio es suficiente? Tal vez la pasividad del resto ayude… La pobreza del país, pero sobre todo las estrategias geopolíticas, hacen que esas vidas humanas no merezcan atención por parte de los que pueden salvarlas. Hitler dijo una vez, en referencia al exterminio… “¿Quién se acuerda de los armenios?” Hoy les recordaremos nosotros en esta entrada que os traigo, porque el olvido también es el culpable de los posteriores crímenes de lesa humanidad.
Extensión del imperio Otomano

Armenia, a finales del siglo XVIII pertenecía al imperio otomano. Desde el siglo XV, musulmanes y cristianos convivían en cierta armonía. Pero los armenios estaban vetados al acceso a cargos públicos y al ejército entre otras instituciones, y tenían menos derechos, a pesar de pagar muchos más impuestos. Ciertamente se sentían ciudadanos de segunda, por lo que empezó a surgir el descontento, hasta que a finales del siglo XIX el malestar se convirtió en sublevación. El ejército turco no dudó en reprimir a los insurgentes, y en las llamadas Masacres hamidianas perdieron la vida 200.000 armenios.

Explanada del Monumento al genocidio armenio
Con la llegada de los Turcos Jóvenes al poder en 1908, que tras un golpe de estado sacaron al sultán del gobierno, parecía que las relaciones con los armenios mejorarían. Se les permitió acceder al ejército, entre otras cosas.

Soldados turcos durante la I Guerra Mundial
Pero el verdadero genocidio se produciría en plena I Guerra Mundial. Cuando comenzó el conflicto, los turcos se vieron en la tesitura de tener que elegir bando. Puesto que su área de expansión por Europa ya había llegado a su límite, el anhelo de nuevas tierras en el Norte y el Este, les hizo decantarse por la alianza con los alemanes. Las rebeliones en los territorios ocupados de Rumanía, Grecia, Bulgaria, o los Balcanes, obligaron a los musulmanes a regresar a Turquía, donde llegaban huyendo del conflicto. Las relaciones entre cristianos y musulmanes no hacían más que enquistarse, y la guerra contra los rusos fue el detonante final del comienzo del genocidio. Tras haber sido vencido estrepitosamente por las tropas caucásicas, el imperio otomano culpó a los armenios del fracaso. Algunos miles habían luchado del lado de los rusos, y aunque en las filas turcas combatían muchos armenios, éstos fueron apartados y asesinados sin otro motivo que su origen. Aquella derrota instauró en los otomanos la obsesión de que los armenios apoyaban a su enemigo y que eran un peligro para el imperio.

Se aprobaron leyes que obligaban a la población armenia a ser trasladada de sus hogares. El destino… la nada. El primer paso para destruir la identidad armenia fue eliminar a los intelectuales. Sin referentes que les lideraran, el pueblo llano era más débil. A ellos les metían en vagones atestados de gente, donde perecían asfixiados y de hambre durante el largo trayecto que no iba a ninguna parte. La historia se torna más macabra, ya que ellos mismos se pagaban su billete. Estaban comprando su propia muerte. A otros les embarcaban en navíos, que navegaban hacia el Mar Negro, donde eran arrojados al mar. Y los barcos y trenes eran el final para los más “afortunados”, porque el despiadado calor del desierto aguardaba a cobrarse cientos de miles de vidas inocentes.

Arrancados de sus casas, los armenios fueron forzados a marchar sin descanso a través de la interminable arena, para llegar a sus nuevos hogares. Hogares que, por supuesto, no existían. En el camino se quedaron 1.500.000 de personas, a las que la sed, el calor, el hambre, y el cansancio vencieron. Escoltados por soldados, no se les permitía descansar ni beber agua. A veces les hacían caminar en círculo durante todo el día. Desiertos y montañas que ni los adultos podían superar, eran los obstáculos que debían superar niños, mujeres y ancianos. La compasión durante la marcha de la muerte no existía. Si alguien caía, nadie podía socorrerle, ni siquiera darle sepultura. La cuneta sería su tumba. Si la naturaleza no acababa con ellos, el ejército otomano se encargaba de enviar sus almas al otro lado. Acuchillados, acribillados o empujados al río Éufrates, la muerte era su destino. 

El gobierno y los líderes religiosos hicieron un llamamiento público para acabar con los armenios. Se liberaron asesinos de las cárceles para que fueran en su busca. Sorprendidos en sus campamentos, o en plena marcha, eran asesinados y quemados vivos en graneros, con el beneplácito de las autoridades. Marcados con un hierro incandescente, como el ganado, eran perseguidos y torturados, y las mujeres, incluso niñas y ancianas, eran violadas delante de sus familias, a las que obligaban a mirar. Cuando mataban a un niño delante de su madre, y ésta cerraba los ojos para no verlo, los soldados se los abrían. El infierno era tal, que muchos decidieron suicidarse arrojándose al río. 

Campamento en el desierto I Guerra Mundial
Aún así, 150.000 de ellos lograron llegar a un punto remoto de la actual Siria, donde acamparon. En un erial, descansaron y esperaron. Esperar… a nada. Allí, como en los miles de kilómetros anteriores, el futuro había huido de sus manos. Murieron de inanición. Los diplomáticos americanos fueron testigos de imágenes en las que los supervivientes de la marcha revolvían, (iba a decir como perros hambrientos, pero ni siquiera ellos lo harían), entre las boñigas de los animales, buscando semillas de cebada todavía no digeridas.

Al acabar la I Guerra mundial, los británicos exigieron a los otomanos, derrotados, que juzgaran a los culpables de aquella matanza. Los tres principales altos cargos de los Jóvenes Turcos que fueron condenados se escaparon a Alemania y Tajikistán. Pero, al igual que los israelís con los nazis, los armenios estaban dispuestos a perseguirles hasta los confines del mundo. Los tres murieron asesinados a manos de ciudadanos armenios (uno de los asesinos reconoció el asesinato y fue absuelto por un jurado popular), y vieron así cumplida parte de su venganza.

El ASALA (Ejército Secreto Armenio para la Liberación de Armenia) se formó en 1975 con el único objetivo de que se reconociera el genocidio al que fue sometido su pueblo, y el de la creación de una nación armenia independiente en los territorios reconocidos por el Tratado de Sevres, que repartía el imperio turco después de la I Guerra Mundial, pero que nunca entró en vigor, ya que no fue ratificado, y Estados Unidos y Rusia se negaron a firmarlo. Este grupo armado persiguió y eliminó por todo el mundo a objetivos turcos, sobre todo hasta 1985. 

Monumento al genocidio
La palabra “Genocidio” sigue siendo, hoy en día, un término maldito para muchos países, que se niegan a mencionarlo. Acuñado por Raphael Lemkin en 1943, este judío polaco, profesor de la Universidad de Yale, perdió a 40 familiares durante el Holocausto judío. Él puso al pueblo armenio como primer ejemplo en la definición de “su” vocablo. El mero hecho de designar una matanza con esta palabra, obliga a la nación responsable de la misma a indemnizar sustancialmente a los afectados. Son crímenes que no prescriben, lo que les hace especialmente delicados a la hora de definirlos. Quizás el caso que nos ocupa es el que más ampollas está levantando actualmente, ya que Turquía se niega a reconocerlo. Ellos afirman que hubo muchas muertes de armenios, pero también de turcos, y hablar de este tema es considerarlo traición si eres turco, u ofensa si eres extranjero. Por eso países como Estados Unidos o Gran Bretaña se resisten a llamarlo así. Con bases militares importantes en territorio turco, no quieren ofender a su aliado en una hipotética guerra contra Rusia o el terrorismo islámico. Además, la venta de armas es un buen negocio. Es un importante punto geoestratégico al que nadie quiere renunciar. Pero una veintena de países de todo el mundo, a los que cada día se van sumando más, ya lo han reconocido públicamente. Abrió el camino Uruguay y ya hay una larga lista. Os los dejo por orden alfabético…


-          Alemania, Argentina, Armenia, Austria, Bélgica, Bolivia, Brasil, Bulgaria, Canadá, Chile, Chipre, Eslovaquia, Francia, Grecia, Italia, Líbano, Lituania, Luxemburgo, Países Bajos, Paraguay, Polonia, República Checa, Rusia, Siria, Suecia, Suiza, Uruguay, Vaticano y Venezuela.
Seguro que echáis en falta alguno, ¿verdad? España, de momento, no se suma al grupo, aunque sí hay que decir, que como en Estados Unidos, por ejemplo, donde a pesar de que el gobierno nacional no lo ha reconocido, sí lo han hecho 46 de sus 50 estados miembros, o Gran Bretaña (Escocia, Gales e Irlanda del Norte), en España ocurre lo mismo, y hay comunidades autónomas que sí han dado el paso:
-          Aragón, Baleares, Cataluña, Navarra y País Vasco.
100 años después, el asunto es tremendamente polémico, y en Turquía no enseñan este acontecimiento histórico como un genocidio. Ellos creen que fue en ambos bandos se sufrieron persecuciones y muertes (hablan de los musulmanes que huyeron de los Balcanes tras la insurrección), y que no tiene sentido mencionar esa palabra maldita. Si a nadie se le ocurriría asociar a los alemanes actuales con los nazis, del mismo modo, nadie culparía a los turcos de lo que hicieron sus antepasados otomanos. La cuestión quizás sea económica, de puro bochorno o quien sabe, a lo mejor están convencidos de que realmente no se trató de un genocidio. La historia cada uno la interpreta a su manera. 
Placa de los judíos armenios en el monumento
Los aproximadamente 11 millones de armenios, de los cuáles unos 8 millones viven fuera de su país, todavía siguen luchando desde las 150 naciones en las que están repartidos, reclamando insistentemente a la comunidad internacional que se sume a su causa.
Para ellos, ningún genocidio podrá acabar con su pueblo, porque como dicen… Dónde se juntan dos armenios, se crea una Armenia.