domingo, 10 de septiembre de 2017

ARMENIA (3) - Khor Virap, Sanahin, Haghpat y Akhtala. - El arca de Noé.



ARMENIA (3)


Monasterio de Khor Virap, con el Ararat al fondo

La visita a Noravank había superado todas nuestras expectativas, pero, aun así, todavía nos aguardaba una deliciosa visita (para unos más que para otros), en el camino de vuelta. A pesar de que su vecino Georgia posee una más que merecida reputación gracias a la calidad de sus caldos, Armenia intenta hacerse un hueco a su sombra. Y no hay mejor lugar para comprobar la rica variedad de sus vinos que Areni. En el anterior post os conté que en esta población se encontró el zapato más antiguo del mundo… Pues siete meses más tarde de este magnífico hallazgo, el mismo equipo de excavación (armenio-irlandés) logró desenterrar en la misma cueva lo que se considera la bodega más vieja de nuestro planeta. Con la ayuda de universidades americanas, que se incorporaron un año más tarde al proyecto, los restos se dataron sobre el año 4000 antes de Cristo. Con estos antecedentes, no es de extrañar que en Areni tengan tan buen gusto por el vino. Y esta pasión es la que destilan en la Bodega Areni, donde podréis hacer una amplia y variada degustación de vinos entre los que se pueden elegir caldos con sabor a granada o albaricoque, por ejemplo, entre las múltiples opciones. 


Khor Virap
El monasterio Khor Virap era uno de nuestros objetivos principales antes de ir a Armenia. Su estampa de perfil, con el Ararat al fondo, es indiscutiblemente, la imagen más icónica del país. Cualquier visitante potencial que ve esta postal, inmediatamente reconduce su itinerario hacia esta ubicación. A pesar de que no es el más bonito, su historia y su emplazamiento lo convierten en un destino indispensable. A 30 kilómetros de Ereván, junto al río Arax, que delimita la frontera con Turquía, aquí comenzó todo… Es en este mágico enclave, donde Gregorio el Iluminador se mantuvo encerrado 13 años con serpientes, el rey Tiridiates III adoptó el cristianismo. Los armenios que visitan en peregrinación este monasterio del 642 rodeado de viñas, observan, nostálgicos, la cumbre nevada de la montaña sagrada, que en otro tiempo fue suya. Tan cerca, pero tan lejos al mismo tiempo. Aunque siguen considerando que el monte Ararat les pertenece (entre muchas polémicas, el dibujo del pico en los billetes armenios levantó ampollas entre los turcos), los armenios deben conformarse con sentir al Ararat desde la distancia.
Complejo monástico de Sanahin


El último día en Armenia era de viaje, pero en el trayecto, contratado como excursión, visitaríamos fascinantes monasterios al norte del país. Dejando atrás el Ararat, al que no dejábamos de observar a través de la ventanilla del autobús, nos adentrábamos en preciosos paisajes de verdes montañas antes de nuestra primera parada en el monasterio de Sanahin (966). Bueno, realmente fue la segunda visita, ya que previamente habíamos desayunado unos deliciosos panecillos de patata y champiñones en una gigantesca panadería en Aparan.


Monasterio de Sanahin
En este complejo monástico, donde están enterrados los reyes de la dinastía Bragátida, se enseñaban humanidades, medicina y otras disciplinas en la escuela teológica, que ejercía a modo de universidad. El aspecto semi abandonado (que no lo está), hace que parezca un edificio tan antiguo como lo que es. Es de los que más nos gustaron, junto con el cercano Haghpat.


Monumento a Mikoyán, con una de sus creaciones
Seguro que, si sois amantes de la aeronáutica o simplemente os sentís atraídos, como yo, por la historia de la aviación (concretamente de la militar), os hará especial ilusión una breve parada en este pequeño pueblo de Sanahin, perdido en las abruptas montañas cercanas a Georgia. Sí, en este lugar, en el que es difícil imaginar que alguien si quiera se pudiera permitir el lujo de estudiar hace más de 100 años, nació un genio de la aviación, Artiom Mikoyán. Fue una sorpresa inesperada toparme con el monumento a uno de los diseñadores más emblemáticos de la historia. Todos habréis oído hablar de los famosos cazas MIG (Mi de Mikoyán, y G de Gurévich, el otro ingeniero) que tantos quebraderos de cabeza originaron a Occidente durante años. Pues el padre de los mejores aviones de combate (junto con los americanos) nació en esta pequeña aldea del Cáucaso. Debajo de un pequeño techo, al aire libre, podéis llevaros una curiosa instantánea con una de sus creaciones.


Sanahin
El monasterio de Haghpat (siglo x) es, como su vecino Sanahin, otra obra maestra de la arquitectura religiosa armenia. Ya os conté que lo que más nos emocionaba al visitar estos enclaves era su autenticidad. Apenas retocados, aguantan, muchas veces, con las piedras originales con las que se construyeron. Piedras que superaron numerosos terremotos y destructivas invasiones de ejércitos extranjeros, que atacaban estos complejos, sabedores de que eran el alma y la fuerza de un orgulloso y combativo pueblo armenio. Su situación entre o sobre montañas es siempre otro aliciente más para acercarse a ellos. Catalogados Patrimonio de la Humanidad por la Unesco, estos centros religiosos son la identidad de Armenia. Haghpat en concreto, era famoso por su caligrafía, y se construyó cerca de aldeas, pero lejos de las miradas indiscretas. Son realmente impresionantes. Fue un verdadero regreso al pasado, pero nosotros salimos de una furgoneta en vez de un DeLorean.
Monasterio de Haghpat


Para comer, nos tenían preparada una agradable sorpresa… a pie de la carretera, una humilde familia ofrecía su casa y su mesa para compartirlas con nosotros. En Alaverdi, en este sencillo módulo al lado del río, disfrutamos de una deliciosa barbacoa, a pesar de la violenta tormenta que nos visitó.



Frescos bizantinos de Akhtala
Hay días en los que la lluvia y los cielos cubiertos de nubarrones negros son un gran aliado para el viajero… Reconozco que me gustó la Escocia sombría y encapotada, antes que la iluminada y soleada. Escocia debe ser así. La fotografía se sentirá más agradecida y cortejada con paisajes claros y luminosos, donde los colores embellecen la instantánea. Pero, por fortuna (para los que dicen que no hace falta viajar porque con los medios de hoy en día tienes el mundo a tu alcance), las fotos aún no desprenden ni olores, ni sonidos, y sobre todo… todavía no respiran… En el aire están todas las sensaciones que nos transmiten los lugares. Todo esto viene a cuento de la visita a nuestro último monasterio en Armenia. Akhtala se ubica en una deprimida y lúgubre zona minera, en la que la vida no parece disfrutar de lujos. Allí, este monasterio fortificado del siglo X, nos sumergió de lleno en un capítulo de Scooby Doo. El variopinto grupo que formábamos tenía para representar perfectamente a todos los personajes de los dibujos animados (hasta el perro). Y como no, el escenario perfecto para nuestra investigación era este oscuro y misterioso edificio medieval. Para abrirnos sus puertas apareció un hombre mayor, serio, con un manojo de pesadas llaves antiguas, al que acompañaba su fiel can. A pesar de que todavía era de día, el guardián del monasterio nos guiaba con una linterna en medio de la incesante lluvia. Tras cruzar las murallas, nos sacudimos el barro de las zapatillas para no manchar el suelo de este maravilloso templo cristiano. Aunque viendo los tesoros que guardan sus paredes y bóvedas, no creo que nadie mirara al pavimento, aunque éste se llenara de serpientes. Espléndidos murales pintados os aguardan en el interior de la iglesia. Estas bellas pinturas bizantinas os llamarán desde las alturas para seduciros con sus encantos. El monasterio de Akhtala nos hizo sentir como si fuéramos los protagonistas de una película de aventuras. Esa sensación de estar viviendo un momento único y especial que tan pocos sitios logran transmitir.


Interior de la iglesia de Akhtala
Y con este broche de oro, llegamos a la frontera con Georgia, dónde, tras unos sencillos y rápidos trámites, cruzamos a la otra ex república soviética, en la que descubriríamos sitios increíbles… Os espero al otro lado…



¿ESTÁ EL ARCA DE NOÉ EN EL MONTE ARARAT?

 

“El hombre se ha corrompido y ha llenado de maldad su mundo. Es hora de comenzar de nuevo…”


Así de contundente se pronunció nuestro “piadoso” creador ante la peligrosa deriva que había tomado la humanidad. Agotada su paciencia, encomendó a Noé, el único ser humano honrado que debía quedar sobre la faz de La Tierra, construir un barco en el que él y su familia, junto con una pareja de cada especie animal que habitaba el planeta, estarían a salvo de la ira que estaba a punto de desatar en forma de diluvio. Un torrente de agua tan destructor que haría desaparecer a todas las alimañas y personas de nuestro mundo.
Animales llegando al arca de Noé


Miles de años después, ese navío de madera que salvó a Noé se ha convertido en objeto de deseo de numerosos arqueólogos y expedicionarios, que han tratado de dar con él a lo largo de la historia.


A pesar de mi educación católica, hace tiempo que dejé (si es que alguna vez lo hice) de tomarme las historias de la Biblia como hechos auténticos. Por supuesto que respeto a todo aquel que lo haga, pero para mí, no deja de ser una serie de relatos imaginarios o exagerados que sólo tratan de reconducir el comportamiento humano a base de oportunas moralejas.


Pero hay mucha gente que interpreta el antiguo y el nuevo testamento al pie de la letra, y cree fervientemente en los pasajes que se narran en los textos. Y el diluvio universal ocupa un lugar preferente en la mentalidad de millones de católicos (y de otras religiones), que han coronado a este evento, y al arca de Noé, como uno de los mitos bíblicos más fascinantes de nuestra era.


El monte Ararat, ubicado en territorio turco, es una montaña sagrada para el pueblo armenio, que fue expulsado del Este de Anatolia durante la I Guerra Mundial. A pesar de que esa parte de Turquía tiene preciosas iglesias y monasterios armenios, están bastante abandonados desde que este pueblo fue desterrado de esta zona del mundo. Pero los armenios, orgullosos, siguen considerando que la montaña sagrada es una seña de identidad de su nación.
Cima nevada del Ararat
Y allí, bajo sus eternas nieves, muchos creen que está enterrada el arca de Noé. En la época moderna, no pocas expediciones se han acercado hasta su cumbre para dar con el legendario barco. El 1829, el físico alemán Parrot se convirtió en el primer hombre en hacer cima en el monte Ararat. En su camino visitó el monasterio de San Jacobo, donde habitaban unos monjes que le aseguraron que habían construido su retiro espiritual con madera del mismísimo arca de Noé. Entre las paredes de aquel lugar sagrado, Parrot afirmó haber visto reliquias auténticas de la barcaza. Por desgracia, una erupción en 1840 se llevó todo por delante.
Soldados turcos también se adentraron en las entrañas del Ararat, pero parece ser que el descubrimiento del arca no levantó mucha expectación en una época en la que Charles Darwin y su libro “El origen de las especies” acaparaban la atención mundial.
Los rusos, por supuesto, también intentaron acercarse hasta el posible emplazamiento durante la época del zar Nicolás II, pero es muy posible que la presunta expedición nunca tuviera lugar, ya que ese año (1917), el zar ya no ocupaba el poder. En todo caso, las fotografías que tomaron se destruyeron.
En 1950, el alpinista francés Fernand Navarra aseguró haber encontrado maderas del barco. Las piezas petrificadas, de metro y medio, parecían corresponder en el tiempo a la época de Noé. Pero el guía del montañero reconoció que había sido el propio Navarra el que había depositado ahí arriba tales maderos días antes.
En pleno apogeo de la Guerra Fría, un avión espía norteamericano, que regresaba de una misión en la Unión Soviética, fotografió por casualidad el monte sagrado, y muchos se convencieron de que la silueta alargada que aparecía en el fotograma era sin duda el arca de Noé. Tenía la forma de barco perfecta. Enseguida se montaron expediciones para ir en su busca, pero se comprobó que esa prometedora figura no era más que un capricho de piedra y arena formado por la naturaleza.
Algunos quisieron presentar unos grabados en piedra con agujero como si fuera el ancla del barco de Noé. No obstante, esos petroglifos también tenían una explicación histórica mucho más sencilla… eran grabados ceremoniales que había hecho el hombre de la Edad de Piedra.
James Irwin, el octavo astronauta en pisar la Luna, y el primero en conducir un vehículo sobre su superficie, volcó toda su fe en el arca de Noé cuando volvió del espacio. En 1986 se convirtió en el enésimo aspirante a descubrir la famosa nave, pero ese mismo año abandonó su cometido.
En los últimos años, el gobierno turco ha restringido enormemente los permisos para escalar el Ararat, y la actividad del PKK (Partido de los Trabajadores del Kurdistán) en la zona, tampoco ayuda a los modernos aventureros a retomar la búsqueda. Estos factores, y el hecho de que la cima esté cubierta de hielo y nieve todo el año, dificulta enormemente la labor de búsqueda. Con todo ello, la última “aparición” del arca se produjo en 2010, cuando un grupo de reconocimiento turco encontró por casualidad supuestos restos del mítico barco en una cueva. Junto con la ayuda de un grupo evangélico chino, se atrevieron a asegurar que se trataba de la nave del diluvio al 99.9 %. Incluso difundieron imágenes de lo que serían los establos de animales. De hecho, ya tenían planes para hacer un museo con las piezas que encontraran. Siete años después, aquella noticia parece haberse perdido en el tiempo, y nadie ha podido confirmar que se tratase del arca de Noé.
Pero más allá del fracaso de todas estas tentativas, deberíamos pensar si toda esta gente no ha hecho más que perseguir un fantasma. Como ya os dije, hay millones de personas en todo el mundo que creen que éste se hizo en 6 días (de 24 horas), o que Noé tenía realmente 500 años. Jamás se me ocurriría cuestionar las creencias de nadie, pero si me gustaría analizar ciertos datos con la más pura y estricta lógica. ¿Puede un solo hombre construir un barco de estas dimensiones (3 pisos de altura, 25 metros de ancho y 130 de largo)? Numerosos armadores actuales, con personal cualificado y tecnología a su alcance, lo consideran terriblemente complicado. Igualmente resulta difícil creer que una pareja de cada especie animal (exactamente un macho y una hembra) fueran por su propia voluntad hasta Noé. ¿Cómo les alimentó durante tanto tiempo?

No obstante, aunque sea escéptico en cuanto al tema del arca, sí que creo que el famoso diluvio pudo existir. Los geólogos también discrepan en este asunto, y muchos se acercaron a la versión de los creacionistas cuando encontraron en el Ararat cierto tipo de cristal y lava que sólo podían formarse con agua salada. Además, aportan fósiles marinos encontrados a gran altura.
La explicación es más terrenal que divina. Hace 500.000 años, la Tierra, con un clima mucho más cálido, estaba cubierta de agua. De ahí los fósiles de peces hallados en montañas.
En cuanto a la lava y cristal marinos, efectivamente, varios cataclismos naturales pudieron inundar gran parte de nuestro planeta.
Entre las distintas hipótesis que manejan los científicos, hay algunas con más probabilidades de haber ocurrido que otras…
Un cometa que impacta sobre el océano Índico pudo originar devastadores huracanes, tifones y tsunamis, seguidos de intensas lluvias durante varios días seguidos. Muchos expertos opinan que una inundación completa de nuestro planeta habría desviado el eje terrestre y las precipitaciones tan brutales habrían dejado nuestra atmósfera irrespirable.


Pero la historia del arca de Noé puede tener su origen en la última Edad de Hielo. Hace unos 15.000 años, cuando las grandes masas de hielo terminaban de deshacerse, el Mar Mediterráneo comenzó a sufrir una enorme presión, a la que tuvo que dar salida a través, de la entonces, lengua de tierra del Bósforo. Los glaciares se derretían y el agua salada fue empujada violentamente hacia el lago del Mar Negro. Durante varios meses, o años, se vertieron ingentes cantidades de agua que anegaron millones de kilómetros cuadrados tierra adentro, llegando incluso a cubrir el Ararat. (De ahí la explicación de la lava y los cristales marinos). Había humanos ya habitando esos entornos, de modo que, una catástrofe de esta magnitud bien pudo ser transmitida de generación en generación hasta los escritores de la Biblia, que amoldaron la historia para convertirla en un modo de escarmiento a la humanidad.
De todas formas, y para acabar, cabe reseñar que, incluso los creyentes más fieles ( hay infinidad de personalidades religiosas que reconocen que el arca de Noé nunca existió) deben saber que la propia Biblia nunca menciona que el arca se encuentre en el monte Ararat… en ella se señala la ubicación de las montañas Ararat, (que es distinto), una zona que abarca varias cumbres. De hecho, el Ararat se “bautizó” muchos siglos después con su actual nombre.
Tal vez el ser humano necesite hacer realidad mitos y leyendas para confirmar su fe, o tal vez, el mundo moderno nos esté borrando nuestros lazos con el pasado.
Os dejo la encuesta…