domingo, 8 de octubre de 2017

HUNGRIA - Budapest (1) - El Códice Rohonczi, ¿evangelio apócrifo?



BUDAPEST
Abril 2010
Parlamento

“La Perla del Danubio” es una de las capitales imperiales de Europa Central más visitadas. Este antiguo asentamiento celta, sobre el que los romanos pusieron los cimientos de la futura Budapest, se ha visto sometido a numerosas invasiones por parte de algunos de los imperios más grandes de la historia. Romanos, mongoles, búlgaros, otomanos, y finalmente, soviéticos, pusieron este enclave de la vieja Europa bajo sus dominios.



Parte antigua de la ciudad
¿Y que ofrece Budapest? Pues todo lo que os imagináis: bellas catedrales medievales, una zona antigua bien conservada, edificios neoclásicos y neogóticos monumentales, baños termales, un gran ambiente, una gastronomía excelente y un caudaloso río sobre el que fluye la vida de la ciudad. ¿Lo típico? Sí, pero no defraudará.

Puente de las Cadenas
Aterrizamos de noche en la capital húngara, con un vuelo vía Franckfurt. Después de cambiar moneda en el aeropuerto (hacedlo mejor en la ciudad) y dejar nuestra maleta en el hotel, no esperamos a que amaneciera para disfrutar de esta noble ciudad. Pasaban varios minutos de las 23.00h cuando salimos a pasear por las orillas del Danubio. Sobre sus aguas se construyó un magnífico puente colgante, que con sus cadenas une las dos ciudades que forman Budapest (Buda y Pest). Desde nuestro margen, se observaban numerosos barcos que hacían recorridos para los turistas a través del curso del río, y otras embarcaciones que permanecían sujetas a los amarraderos, y que a aquellas horas de la noche bullían al ritmo de la música. Si os gusta la fiesta, podéis probar a entrar a una de estas discotecas flotantes para animaros un poco (no mováis mucho las caderas, a ver si amanecéis en Viena) Nosotros preferimos disfrutar de las vistas del Palacio Real y del Puente de las Cadenas, cuya iluminación le daba un toque de magia que nos mantuvo hipnotizados durante un buen rato, observando los robustos, pero a la vez bellos pilares sobre los que se sostiene esta magnífica construcción de 1849. Sin duda es uno de los símbolos de la ciudad, y a pesar de haber sido dinamitado por los nazis durante la Segunda Guerra Mundial, se reconstruyó pocos años más tarde para que hoy en día podamos disfrutar de su belleza.

Parlamento
A las 07.30h nos levantamos con un día nublado, con el objetivo de fotografiar otro de los iconos de la ciudad, el Parlamento. Este edificio neogótico de finales del siglo XIX y principios del XX os sorprenderá por su tamaño (tercero del mundo tras los parlamentos de Bucarest y Buenos Aires), su belleza y la delicadeza de sus formas. Mirando al Danubio, esta majestuosa obra de la arquitectura no pudo ser vista por su creador, Imre Steindl, que se quedó ciego unos meses antes de inaugurarse. Estreno que se programó para coincidir (aunque no estaba finalizado) con el 1000 aniversario de la ciudad. A nosotros nos impactó realmente la increíble fachada blanca en la que trabajaron durante 20 años, unas 100.000 personas. La foto, desde la orilla opuesta es soberbia. Pero hay que estar un buen rato mirándolo de cerca para darte cuenta del trabajo mastodóntico del que fue objeto esta estructura. Sin duda alguna, uno de los edificios más espectaculares y fotogénicos de toda Europa.

Palacio Real
Impactados todavía por la imagen del Parlamento, cruzamos de nuevo el Danubio para pasar a Buda, donde en una colina se yergue el también colosal Castillo o Palacio Real. Aunque originario del siglo XIV, a lo largo de la historia ha sido modificado varias veces, y podemos decir que la construcción actual data de 1904 (como el Parlamento). Aunque destruido también por la maquinaria de guerra alemana, el gobierno comunista le devolvió a la “vida” con un estilo neoclásico, en el que las antiguas estancias reales de los Habsburgo fueron sustituidas por espacios dedicados a la cultura, como la Galería Nacional o el Museo Nacional de Historia.



          
Bastión de los Pescadores
Al lado del Palacio Real, se encuentra el Bastión de los Pescadores, otra delicada y maravillosa construcción neogótica que no debéis pasar de largo. Es un conjunto de torres y terrazas de la misma época que el Palacio Real y el Parlamento, que rinde homenaje a las siete tribus magiares (húngaras) que ocuparon la zona en el siglo IX. Su nombre hace honor a los pescadores que durante la Edad Media defendieron la ciudad desde esta zona de las murallas. Con el día completamente despejado, estuvimos un rato paseado por este tranquilo lugar, desde el que hay unas vistas impresionantes de la ciudad. En el centro del recinto, Esteban I, el primer rey húngaro, se alza, a lomos de su caballo, sobre un pedestal que narra episodios de su apasionante vida. La estatua tiene detalles preciosos, como el mantón que cuelga de la montura. Sin duda, es un bonito rincón que no puede faltar en vuestro viaje.
Iglesia de San Matías

Y justo al lado, con la misma piedra blanca que embellece el Bastión de los Pescadores, nos encontramos, tal vez, con el templo religioso más bonito de la ciudad, la iglesia católica de San Matías, reconstruida durante los siglos XIV-XV, aunque originaria del XI.

Tomaremos una pausa en nuestra visita a Budapest. Mientras descansamos de este bonito paseo por la ciudad, os contaré la existencia de un misterioso libro antiguo, que tiene en vilo a los lingüistas más avezados…




CODICE ROHONCZI



Rechnitz es una pequeña localidad situada al este de Austria, en la que la barbarie nazi se cobró la vida de 200 judíos en una horrible matanza perpetrada por las tropas de Hitler.


Pero otro misterioso objeto que permaneció custodiado en este pueblo fronterizo hasta 1907 ocupa nuestro interés. Un libro antiguo que lleva desconcertando a lingüistas e investigadores desde hace casi 300 años, y que en ese año fue trasladado a Budapest desde Rohoncz (la actual Rechnitz), cuando ésta se hallaba bajo dominio húngaro.


El Códice Rohonczi aparece en 1838, cuando su dueño, un noble húngaro, lo dona, junto con otros libros de su colección, a la Academia de las Ciencias húngara. Expertos nacionales comienzan a estudiar tan extraño manuscrito, pero no consiguen descifrar su contenido. Profesores de la Universidad de Praga intentan traducir el singular vocabulario que aparece en las páginas del Códex, pero su esfuerzo no obtiene recompensa. El libro fue enviado a París, dónde tampoco logran interpretar ninguna de sus 448 páginas. La cantidad de símbolos utilizados es diez veces mayor que la de cualquier otro lenguaje conocido hasta la fecha, pero muchos de ellos se muestran en muy pocas ocasiones, lo que ha llevado a la conclusión de que no se trata de un alfabeto, sino de un silabario, como los que utilizaban los griegos micénicos, los indios cherokee de Norteamérica, o algunas etnias africanas y chinas, como el pueblo yi.


Si bien la escritura no ha podido ser transcrita, las imágenes nos dejan pistas claras del posible contenido de este desconcertante libro. En ellas se representan escenas en las que musulmanes, católicos y paganos viven en paz y armonía, sin rastro alguno de violencia. Los símbolos de estas religiones (media luna, cruz y sol) aparecen frecuentemente a lo largo de sus páginas, presentándonos una convivencia pacífica entre los fieles de las distintas creencias.


Pero lo que más llama nuestra atención son los dibujos, de la que muchos creen, es la vida de Jesús. Desde su nacimiento hasta su crucifixión, encontramos escenas que no dejan lugar a la duda. Los Reyes Magos de Oriente aparecen ofreciendo sus regalos al nuevo mesías, y la muerte del hijo de dios se muestra tal como todos la conocemos, agonizando en una cruz. Son pasajes que la biblia nos había enseñado. No obstante, entre medias,a lo largo de sus 87 ilustraciones, muchas representaciones gráficas nos descubren episodios de la vida de Jesús que, oficialmente, nunca ocurrieron. En una de ellas, con una corona de espinas rodeando su cabeza, recibe a sus súbditos desde su trono de rey. Y quizás, el mensaje más inquietante para muchos, y el acontecimiento más polémico y que más debate ha generado en torno a su existencia: su descendencia. En el Códex Rohonczi se manifiesta claramente que Jesús tuvo hijos. De ahí que muchos consideren este libro una especie de evangelio apócrifo, al que la iglesia católica no desea darle credibilidad.


Muchos historiadores, incapaces de situarlo lingüísticamente, consideraron que simplemente es un engaño perpetrado por Sámuel Literáti Nemes, un anticuario húngaro-transilvano, que por aquellas fechas (década de 1830), se dedicaba a elaborar fraudes de textos, que incluso lograban esquivar los ojos clínicos de los sabios de la época.



Entre los que no consideran este ejemplar como una falsificación, hay voluntariosos filólogos y expertos que presentan diferentes hipótesis para tan enigmática escritura. Dacio, rumano antiguo, húngaro antiguo e incluso brahmi de la India, son los idiomas sugeridos como posibles candidatos a reclamar estas extrañas palabras. Por supuesto, la comunidad académica mundial no ha apoyado ninguna de estas teorías, y aunque se siguen haciendo estudios, la corriente más extendida es que no se trata más que de un simple fraude. Pero un fraude antiguo, ya que, según algunos estudios, el papel del tomo puede proceder de la Venecia del siglo XV.


¿Le interesa al Vaticano que sea un engaño? ¿Tal vez, los investigadores, incapaces de traducirlo, lo atribuyen a un timo? ¿Puede, realmente, ser producto de una estafa, para engañar a los grandes monarcas de la época, y sacarle un beneficio económico?



Las páginas del Códice Rohonczi siguen abiertas para que intentemos descubrir su secreto…