SUR DE UTAH Y COLORADO
Septiembre 2004
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Tipis para alojarse |
Veníamos de Nevada, y al atardecer llegamos al Parque
Nacional de Zion, en medio de otra tormenta eléctrica. Nos alojamos en un
cómodo motel por 30 euros, donde deberíamos coger energía para la gran ruta de
los parques. Un apunte…
Si vais a visitar varios Parques
Nacionales, que lo haréis, os conviene sacar la Golden Eagle Pass, (ahora igual
ha cambiado de nombre). A partir de 3 parques, ya os sale rentable. Creo
recordar que era por vehículo, y que puede usarse durante todo un año sin
límite. Incluso podéis prestársela a algún amigo cuando volváis. La verdad es
que, por unos 70 euros, merece la pena. Además, este pase no sólo cubre parques
nacionales, sino también monumentos históricos, refugios de vida salvaje,
parques estatales, etc… La podéis adquirir en la entrada del primer parque que
visitéis.
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Zion |
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Bighorns |
Después de pasar por Red Canyon, llegamos al segundo de los
parques nacionales: Bryce Canyon. A nosotros, particularmente, fue el que más
nos impactó por las increíbles formas que dibujan unas agujas llamadas Hoodos.
Rodeadas de los pinos más viejos (unos 4000 años), el paisaje es totalmente
diferente a Zion. Como se suele decir, una imagen vale más que mil palabras,
así que, en vez de gastar líneas en describiros la belleza del lugar, mirad la
foto que os dejo (la utilizo de fondo de pantalla en mi ordenador). Vamos bien
de tiempo, así que hacemos merchandaising (compras de recuerdos) y reservamos
un tipi indio en el Ruby´s Inn. Es enorme.
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Bryce Canyon |
Toca madrugar (06.00h) para recorrernos el parque. Teníamos
pensado hacer una excursión en caballo, pero hace bastante frío, y preferimos
recorrerlo a pie. Tened en cuenta que Bryce Canyon está a bastante altitud, y
puede refrescar bastante. Caminamos mucho para sacar fotos, y con el bus del
parque, nos paramos en todos los “Points of view” (vistas panorámicas). Cada vez que abríamos la boca de asombro por
los bellos paisajes, aprovechábamos a meternos los maíces que nos habíamos
comprado. Y el ritmo era bueno, porque os aseguro que os impresionaréis muy a
menudo. Los puntos de parada eran Sunset, Sunrise and Inspiration point, y Bryce
point.
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Lago Powell |
Dejando atrás esa maravilla de la naturaleza, nos dirigimos a Kanab, pasando por el lago Powell. Atrapado por la presa Glenn Canyon, el contraste azul del agua, y el naranja del desierto, hace que parezca otro planeta. El entorno natural es fantástico. Hay un puente de hierro, que parece haber sido empalmado con pegamento a las paredes del cañón. Bajamos una rampa kilométrica para llegar al nivel del agua, y al volver, un chico muy amable nos sube en un carrito de golf. La verdad es que es de la mejor gente que hemos conocido. Siempre están dispuestos a ayudar.
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Antelope Canyon |
Allí no puedes meter tu coche, y son ellos los que te llevan
en un 4x4 hasta la entrada del angosto y fantasmagórico cañón. Son formas
alucinantes. Lo recorremos, y volvemos para comer (serían las 18.00h). Tuvimos
suerte porque la tormenta llegó justo cuando salíamos, obligando a los indios a
cerrar. Notaréis ausencias destacables como el Parque Nacional de Arches y
Canyonlands, pero como os dije, era cuestión de tiempo. De todas formas, los
visitamos al cabo de pocos años, y los incluiré en otro artículo.
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Monument Valley |
La siguiente parada era Monument Valley. Seguro que habéis
visto en infinidad de películas de John Wayne, a los vaqueros cabalgar entre
esas tres enormes rocas en medio de un árido desierto. Es todo un icono del
cine del Oeste, y uno de los lugares a los que hay que acudir sin duda alguna.
Desprende un ambiente místico, de paz y tranquilidad, del que te resulta muy
difícil despegarte. Está en medio de la nada, y hay muy muy pocos alojamientos
en los alrededores. El pueblo más cercano es Mexican Hat, y allí es donde nos
metimos en un motel bastante cutre. No olía a lavanda precisamente, pero era lo
único que había. No diré el nombre para no herir sensibilidades.
Vimos Monument Valley con la primera hora del día. Hay
senderos que bajan hasta la base de las “Left Mitten”, “Right Mitten”, y
“Merrick Butte”, como llaman a las tres rocas. Como al Gran Cañón, basta con
observarlas durante un rato en silencio para percibir toda la magia del lugar.
Y si llegáis hasta aquí, tenéis que pasaros por las “Four Corners”. Se llama
así al punto geográfico exacto donde se juntan cuatro estados: Arizona, Utah,
Colorado y Nuevo México. Si estiráis los brazos y piernas en forma de cruz,
podéis estar en los cuatro estados a la vez. Alrededor del monumento hay varios
puestos donde los indios venden artesanía muy bonita. Nosotros compramos
pulseras y un cuadro hecho con arena, que todavía ocupa un lugar privilegiado
en nuestro salón. Ya en Colorado, paramos en Cortez para tomar un café, antes
de visitar Mesa Verde.
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Mesa Verde |
Mesa Verde son, sin duda alguna, los restos arqueológicos
más importantes que los anasazi nos han legado. Como hablaré de ellos más
abajo, sólo decir que es un conjunto de un gran valor histórico, y que podéis
visitar una media docena de poblados, compuestos por viviendas y kivas
(habitaciones excavadas en el suelo que servían para hacer rituales
sagrados). El más grande y mejor conservado quizás sea el Cliff Palace. Hay un
mirador desde el que se puede ver perfectamente una panorámica espectacular del
sitio, dispuesto al abrigo de una pared de un cañón, bajo un acantilado.
Compramos beans enlatadas (sólo hay eso, ni garbanzos ni
lentejas) en un supermercado, y hacemos una comida “vaquera”.
Nada más llegar a Durango, sacamos billetes para el día
siguiente en el famoso tren antiguo que va a Silverton. Nos alojamos en el Dollar Inn,
regentado por dos chicos muy amables, que nos dan dos bolsas de regalitos de
bienvenida. Por 30 euros, con desayuno, y encima con un detallito. La
habitación está genial, con camas de 2 metros. Apunte…
Allí hay gente muy obesa, por eso
en casi todos los alojamientos las camas, aunque sean dos, son enormes. Mucho
más que una de matrimonio standard.
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Tren de Durango a Silverton |
Y de allí, a Nuevo México…
INDIOS ANASAZI

La cultura anasazi es tan misteriosa, que hasta su propio
nombre nos es desconocido. No tenían escritura (los relatos pasaban de
generación en generación de forma oral), por lo que ni siquiera sabemos si
ellos mismos se denominaban así. El término les fue concedido por los indios
navajo, que parece ser tampoco coincidieron con ellos, sino con sus posibles
descendientes, los hopi. Enfrentados en continuas disputas, les llamaron “antiguos
enemigos”, y es la designación que adoptó para el resto del mundo este
fascinante pueblo.
Poco se sabe de ellos, a pesar del rico legado que nos han
dejado en la zona del suroeste de Estados Unidos. Las magníficas
construcciones, en perfecto estado de conservación, donde todavía se pueden
coger mazorcas de maíz de 800 años de antigüedad, lejos de aportarnos
conocimiento, no hacen sino generarnos más enigmas. ¿Por qué desaparecieron de
la noche a la mañana? ¿Qué les empujó a construir sus comunidades al abrigo de
barrancos casi inaccesibles? Aquí trataremos de encontrar respuestas…
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Cañón del Chaco, Nuevo México |
Esta tribu prehistórica surgió en Nuevo México alrededor del
siglo VIII, expandiéndose en los alrededores de la zona llamada “Cuatro esquinas”,
donde se juntan las fronteras de Utah, Colorado, Arizona y el propio Nuevo
México. El desierto, árido, no era la zona más apta para el cultivo. El Cañón de Chaco, en Nuevo México, parece ser el
asentamiento más importante de los que se han descubierto hasta ahora,
estimando que albergaba unas dos mil personas. Sedentarios, desarrollaron técnicas de
irrigación que les permitían canalizar el agua de los ríos cercanos hacia sus
maizales. Pero el clima no les era favorable. Y ahí es dónde podemos encontrar
la clave del misterio de los anasazi. Hallazgos arqueológicos modernos parece
ser que han constatado signos de canibalismo entre miembros de esta tribu.
Aunque sus autoproclamados descendientes (hopi y zuni) se niegan a creerlo,
restos óseos hallados en kivas muestran indicios claros de esta práctica entre
los anasazi. ¿Qué había empujado a una sociedad tan pacífica a adentrarse en
tan macabras costumbres? Efectivamente, el clima. Se sabe, a través de troncos
de árboles, que la zona sufrió numerosas sequías, las cuales superaron. Pero a
mediados del siglo XII, la falta de agua quebrantó la fe divina de los anasazi.
Hasta entonces, los sumos sacerdotes se las habían apañado para atraer al tan
preciado líquido, pero una vez fueron derrotados por el sol, los fieles dejaron
de acudir a los rituales, y los sacerdotes perdieron poder. Comenzó un declive
que obligaría al pueblo a emigrar hacia el norte para encontrar tierras más
ricas. En Colorado, la vegetación les dio una nueva vida, pero los indios, ya
desconfiados, se dividieron en pequeños grupos, fundando miles de
asentamientos.
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Mesa Verde, Colorado |
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Petroglifos |

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Atrapasueños |
Como ya ocurrió con los mayas o en isla de Pascua, el
enemigo estaba dentro. La cultura anasazi, sin rueda, sin animales de carga, ni herramientas
de metal, fue capaz de edificar grandes edificios de varias plantas hace ya más
de mil años, en zonas de difícil acceso.
Como decíamos, la teoría de la escasez de alimentos,
alimentó la paranoia de los anasazi, que se aferraron a las paredes de los
acantilados para defenderse de sus propios compañeros. Pero hay una teoría
mucho más fantástica que hará las delicias de los amantes del misterio…
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Castillo de Montezuma, Arizona |
¿Y si no huían de un enemigo humano? Hay quien se atreve a
proponer que esas construcciones hechas bajo la protección de la roca del
precipicio, se levantaron para esconderse de un adversario proveniente… del
cielo. Tenían unos conocimientos muy avanzados de astronomía, y muchos
petroglifos muestran extrañas figuras antropomorfas en las que muchos ven seres
de otro mundo. Ellos creían en el kachina, una especie de espíritu que se
encuentra en cualquier elemento. En la tribu hopi hay una profecía muy antigua que
dice que cuando el Kachina de la estrella azul baje del cielo, emergerá un
nuevo mundo. ¿Se referían a una visita extraterrestre? Ellos hablan con total
normalidad sobre estos avistamientos, y si queremos creer en esta idea, la
ubicación de las ciudades anasazi son invisibles a la vista aérea.
Quedaros con la que más os guste…